Histomagia

Desde el ataúd: flores no.

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Pensar en las posibilidades de que algo o alguien pueda mover objetos con el sólo hecho de concentrar su energía en ellos, es sin duda una de las maneras que las personas explicamos sucesos que no pensábamos que pudieran acontecer en esta realidad, sin embargo, cuando quien provoca el movimiento un objeto es una persona difunta, el hecho paranormal hace que nos preguntemos sobre los deseos de quienes ya murieron y están en el más allá, si ellos tiene potestad sobre la vida cotidiana.

fleur_bleue_de_dahlia_sur_le_fond_noir_posters-rDoña Boni es una señora que vive en compañía de su amorosa familia aquí en Guanajuato. Ella cuenta que siempre le han gustado las flores y que una vez, cuando era más joven, ahorró para poder comprarse un ramo y ponerlo como adorno en su recámara. Las flores eran preciosas y su aroma era tan agradable que ella observaba embelesada su adquisición. En eso estaba cuando su padre, Don Guillermo, al ver las flores le dijo que se deshiciera de ellas; Boni le preguntó que porqué. “¿Acaso quieres que yo muera?”, le respondió su padre ya profundamente disgustado. Sin dudarlo, ella las desechó, no quería ni con el pensamiento llamar a la muerte para que se llevara a su padre. Eso sí, se quedó con la duda y hasta la fecha, no sabe  por qué no le gustaban a él las flores.

La vida continuó y llegó el momento en que su papá al borde de la muerte, le recordó a toda la familia, que a él no le gustaban las flores y que si en su funeral veía algunas, él las tiraría en  castigo a su linaje por no respetar su decisión. Don Guillermo fallece en la ciudad de México. Aún en su tristeza por su pérdida, todos y cada uno recuerdan la petición; no flores, sólo algunos amigos de la familia, sin saberlo y dado que por cultura cuando muere alguien la flores les acompañan a su lecho eterno, le hicieron llegar una preciosa y colorida corona perfectamente bien hecha, demostrando así el respeto y amor que le profesaban a Don Guillermo. Al ver llegar ese arreglo al funeral, todos estaban nerviosos, pues no olvidaban las palabras del ahora difunto que les insistió en no flores en su muerte. Para no tentar la suerte ni a su papá, Boni y la familia atinan a decirle a quienes llevan el macabro obsequio que por favor la dejen a fuera, en la entrada, pero no cerca del ataúd. Así se hizo, y hasta ese momento, todo transcurría normal.

El traslado del cuerpo a la ciudad de Guanajuato los mantuvo ocupados dada la burocracia que sabemos rodea a estos hechos, sin embargo, a la brevedad pudieron lograr obtener los permisos correspondientes y se dieron a la tarea de contratar una carroza fúnebre para tal efecto. El servicio hizo lo suyo, y los  jóvenes que subieron el cuerpo a la carroza, al ver la corona de flores tan hermosa, les dijeron a los familiares que se la llevaran pues era un regalo para su difunto. Todos, al unísono, dijeron que no, que la dejaran en donde estaba, que Don Guillermo no quería flores; sin embargo, los jóvenes hicieron caso omiso y, viendo el trajín del momento, amarraron la corona en el techo de la carroza. Resignados y embebidos en su pena, todos aceptaron tácitamente esas flores.

1237862_604845492888294_168062710_nYa resignados a hacer el viaje, durante el camino, que debido a la causa, fue lento y monótono,  recordaban con dolor a su padre evocando los momentos felices de su existencia con ellos,  cuando de repente, sin viento, sin ningún ajetreo ni movimiento brusco en la pompa fúnebre, la corona de flores prácticamente sale disparada y cae abruptamente sobre la carretera haciéndose añicos literalmente, es decir, como si alguien de tanta furia acumulada, la hubiera azotado en el piso en un sólo movimiento logrando prácticamente desintegrarla y esparcir los pétalos y astillas de madera por toda la cinta asfáltica. Asustados, tanto los jóvenes del traslado, Boni y su familia, de inmediato paran el cortejo para observar la destrucción del arreglo; de inmediato todos, incluidos los muchachos del servicio que ya atónitos ahora sí creen, achacan este hecho al difunto y dicen que él, desde el más allá, cumplió su promesa y se fue fiel a sí mismo al decir que si veía flores en su funeral se paraba de su ataúd y las tiraría. Y así fue.

En verdad la fuerza de voluntad como energía es tan poderosa, que yo sí creo que el hacer que las cosas se muevan desde otra dimensión es ya como un milagro, pues hacerse respetar ya sea en vida o muerte, es parte de la existencia del alma humana. ¿Quieres hablar con Boni y te cuente ella misma todos los detalles? Ven, lee y anda Guanajuato.