Guanajuato, Gto. 05 de octubre de 2016.- Como parte del XXVI Coloquio Cervantino Internacional, que este año se realiza de manera conjunta con el Festival Internacional Cervantino, la reconocida escritora mexicana, Carmen Boullosa, impartió una conferencia en el Teatro Juárez, inaugurando así el Coloquio.
A menos de dos meses de la inesperada muerte de Ignacio Padilla, escritor mexicano y curador de dicho evento literario, Boullosa le externó su agradecimiento: “Donde quiera que estés, Nacho, gracias por lo ya dicho, porque me has llevado de nuevo a pensar en nuestro autor. Has sido mi Ariadno en esta aventura. Absurdo desatino del destino, Ariadno, arrancado de su vida por un accidente, eres, Nacho, un narrador sin par, un ensayista lúcido y tu devoción por Cervantes nos dio textos verdaderamente formidables.”
Posteriormente, dio lectura a su ensayo titulado “De cómo Cervantes, algunos exilios y México tienen algo en común y de algunos otros cómos”. En dicho texto, Boullosa habla sobre cómo empieza a conocer a Cervantes desde la tierna infancia y cómo el Quijote llegó en algún tiempo a rescatarla del ostracismo inclusive. En su paso por la universidad lo leyó con gusto, movida por la curiosidad respecto al exilio de los españoles y su posterior llegada a México, “un país que era un sueño tanto para exiliados como para los naturales, los nacidos aquí”.
De esa especie de oasis, Boullosa nos transporta a la realidad tan cruenta que vivimos ahora: “El Quijote es un espejo y una aventura de la imaginación. Él nos dirá que nuestra compañera, digamos, la patria, nos está siendo infiel hoy”. Sin embargo, también hace hincapié en que leyendo a Cervantes no encontraremos un nuevo sueño mexicano o un remedio para la pesadilla. “No obstante, continúa, hay que leer para hacernos preguntas y también para poner al autor en el banquillo, cuestionarlo, y encontrar en el texto el espejo referente, las indicaciones de distorsiones, la provocación para pensar en el presente”.
“Hoy, más que nunca, desmoronado el sueño colectivo, hay que leer a Cervantes; y leyéndolo, diría Unamuno, la estrella estará fija, quieta sobre nuestras cabezas, y el sepulcro en nosotros, y entonces, la estrella caerá a alumbrar el cielo de la patria redimida. En marcha pues”.
