Histomagia

Sueño espectral

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A veces la realidad y los sueños se mezclan y no es posible distinguir entre ellos, así le pasó a una entrañable amigo…¿pesadilla o realidad?

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Aquí en Guanajuato las experiencias paranormales vividas por muchos son tan sorprendentes: vemos espectros, se te sube el muerto, se mueven las cosas, en los panteones aparecen o las esculturas cobran vida, espectros recorren las casas y las calles, infinidad de cosas extrañas pasan en la ciudad. A veces, estas experiencias a muchos le suceden durante la duermevela e incluso en un sueño profundo y se ven tan reales que cuando despiertan saben, por algo mágico espectral extraordinario que aparece en la realidad, que sí pasó. Así le sucedió a mi amigo Toño.

Cuando recién compró su casa en el Callejón del infierno, esa casa con enormes paredes de adobe, derruida de una parte de tan antigua, era encantadora, él no sabe quién fue el anterior dueño, pero la ubicación, en el Callejón del Infierno, por Mexiamora, en pleno centro histórico, era la perfecta para vivir con su esposa e hija que en ese entonces todavía se quedaban en la casa de su suegro.

Uno de esos días en que se quedó a dormir en la nueva casa, haciéndola de velador cuidando el material de construcción invertido para la remodelación de la vivienda, acomodó su cama en el suelo, en un rincón donde pudiera guarecerse de los elementos. Se tomó un café, se acostó en la improvisada cama, apagó la tenue luz que iluminaba apenas ese cuarto, se dispuso a dormir. Exhausto, se quedó dormido de inmediato, y comenzó a soñar. Él me dice que vio que primero estaba en una habitación con mucha luz, pero de repente, esa luz poco a poco se iba apagando, lo que a él le daba mucho miedo, pues sentía una casi fobia a la oscuridad obtusa que se iba adueñando del lugar, por lo que, en el sueño, él buscaba que la luz lo iluminara porque sentía que algo terrible le pasaría si la oquedad de sombras lo alcanzaba. Toño desesperado veía cómo esa espesa negrura le cubría los pies y subía con lentitud apoderándose de su cuerpo paulatinamente, sentía la pesadez e inmovilidad que provoca el horror de ver cómo se convertía en una sombra más, pues horrorizado ve que ya la luz sólo le alumbraba la cara. Cerró los ojos, no quería desaparecer; desfalleciente ya, algo le hace abrir sus ojos y ve, cuando ese manto negro ya lo iba a devorar, cómo una mano sale de esa aterradora oquedad negra, le toma del brazo, lo jala y, simultáneamente, siente cómo algo extraño lo rasguña en la espalda y ahora sí siente angustia por su inminente muerte que ya ha llegado, resignado, sólo atina a escuchar una lluvia torrencial. Se despierta sudoroso, atemorizado intenta prender la lámpara y, en el colmo del horror, se da cuenta que no hay luz eléctrica, la noche oscura hace su sueño realidad. Se levanta trastabillando, encuentra una vela y la enciende y es, en ese momento, que en la penumbra ve la marca rojiza de una mano descomunal en su brazo, y en su espalda siente ardor y dolor, se quita la playera y ve marcas de sangre, es su sangre con forma de rasguños impresa en ella. Con los pelos de punta escucha cómo algo pesado cae afuera de la casa, los perros, en ese momento, comienzan a aullar lastimosamente y ese aullido se va alejando por los callejones como siguiendo al espectro intruso de sueños que lastimó a mi amigo, porque ante la evidencia del rasguño y esa marca terrible, él sabe que no estuvo solo esa noche tormentosa.

Hasta la fecha, Toño se pregunta, ¿en verdad fue un sueño? de eso no tiene duda, pero también sabe que fue real, que la maldad también tiene forma de sombra, de oscuridad y que cuando quiere invade hasta el más recóndito lugar que tenemos los humanos, nuestra propia mente y deja evidencia de su presencia en nuestros cuerpos. ¿Quieres saber más de esta historia y conocer esa casa? Ven, lee y anda Guanajuato.