Todología con Maiself

Fantasmas sexuales matrimoniales

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A Este título va a llamar mucho la atención: como si fuera anuncio de neón….

B Seguro que sí.

A A ver: empiece a descranearlo

B En la línea de análisis e interpretación de los contenidos latentes, esto es, implícitos, de algunos chistes, pasaremos revista al siguiente en turno. Le llega la noticia a un tipo con dinero sobre la existencia de una tienda que vende animales raros y decide visitarla. Llega y pregunta por varios especímenes y ninguno le agrada hasta que le muestran una rana muy inteligente y habilidosa en el sexo oral. El tipo la compra, se la lleva a su casa y, en la noche, se levanta del lecho matrimonial, baja a la sala de su casa y prueba a la ranita.

Mientras tanto, su mujer se despierta al extrañarle que su marido se haya demorado en retornar a la cama y va a buscarlo. Lo encuentra en la cocina, con un libro de recetas abierto que está leyendo junto con la ranita. Su esposa le pregunta que qué está haciendo y él le responde: “estoy enseñando a cocinar a mi ranita. Nomás que aprenda y ¡te vas a la chingada!”.

A Fuertezón el chascarrillo, y no tan humorístico: parece un pretexto para ejercer la misoginia machista

B ¡Ajá!, pero hay más cosas.

A En este chiste masculino existen algunos aspectos a reflexionar. El primero de ellos se refiere al fantasma que hay en todo matrimonio – en este caso, en todo marido – de alcanzar una satisfacción erótica mayor con otra mujer – en este caso representada muy dignamente por la ranita – que no sea la propia cónyuge, adulterio de pensamiento – por lo menos… – que ha poblado más de una vez la imaginación deseante de seis sextas partes de los hombres casados.

B No hay hombre, y quizá ni mujer, que no haya tenido esas fantasías poligámicas.

A Pero hay más. Otro aspecto está constituido por la focalización en el sexo oral que parece no ser una práctica conyugal de alcoba frecuente, y que hace pensar en que el “ hambre de fellatio” que rezuma el chiste es provocada por la escisión de dicho componente de la sexualidad que es excluido del matrimonio por una probable valoración de que es una modalidad de goce inadmisible de efectuar – para el paternalismo machista conyugal – con la sacrosanta esposa, pero si permisible y hasta obligado con alguna otra mujer, personificada metafóricamente en el chiste por la ranita.

B Muy interesante. ¿Alguna otra vuelta de tuerca?

A Sí, para que se vea que no hay chiste inocente, ya que todos salen del inconsciente reprimido. Como última reflexión, cabría decir que hay en la dramaturgia imaginaria de este chiste una concepción peyorativa de la mujer – esposa que es  machista  e incluso consumista – ya que es una  esposa desechable y sustituible – que, además, es frenada sexualmente por el miedo del marido a perder el liderazgo y el control sexual de la relación : el sexo oral obsesionante depositado en “la otra” se convierte en un móvil micropolítico – o de juego de poder sexual – que permite conservar el establishment hormonal del matrimonio en una situación favorable al cónyuge masculino.