Histomagia

¿Levita?

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Eventos extraños pasan en Guanajuato. Casi siempre tienen qué ver con la subida del muerto o con espectros que parecen por las calles y a veces, sólo a veces se te abalanzan con la esperanza de que los veas y los hagas sentir parte de esta vida. Ante esto, es factible pensar que algo más me pueda sorprender entre tantas historias que me han relatado los propios protagonistas, pero esta vez, en verdad una historia de horror que me estremeció es la vivida por el padre de una de mis alumnas.

Ella inicia con una historia que le sucedió a su mamá. Me cuenta que en su casa siempre han sucedido cosas inexplicables que pocos de sus amigos han comprendido, pues su familia, a fuerza de lo cotidiano, se ha acostumbrado a lo extraño que sucede, al grado de no hacer caso a cosas como la siguiente.

Dice que cuando era niña sus padres y sus hermanos se mudaron a una colonia estrictamente familiar aquí en Guanajuato, y como tiene dos hermanos, siendo niños se la pasaban jugando con sus juguetes y dejando, en donde fuera, el consabido tiradero, pues ya cansados se iban a dormir, pero quien siempre recogía el sitio que habían dejado tirado era su mamá. Ella les contó, ya cuando estaban grandes, que una de esas veces de juegos, estaba tan cansada que dejó de recoger los juguetes por una noche, al menos eso pensó ella, porque resulta que a media noche se escuchaba un alboroto en la sala y el ruido que hacían los carritos, las muñecas y demás juguetes; verdaderamente molesta se levantó para reprender a sus hijos, pues esas ya no eran horas para jugar. Con rapidez acudió al lugar, pues quería regresar a descansar después de un día ajetreado tanto en la casa como en el trabajo. Regañando a toda voz, llegó a la sala donde se seguía escuchando el ruido, pero su sorpresa fue que en el momento de entrar a la sala todo quedó en silencio e inmóvil y atónita vio cómo es que ahí no estaban sus hijos, de hecho no había nadie que pudiera estar haciendo ese escándalo a esas horas. De inmediato se dio la vuelta y se fue prácticamente corriendo a su recámara de la que no salió hasta el día siguiente.

Otra de las historias que me cuenta y que en verdad es impactante, se centra en la experiencia sobre natural que le tocó vivir a su papa y con ella como protagonista. Me dice que una de esas tanta noches en que su padre, abogado de profesión, se quedaba a trabajar hasta tarde –ella aún era una bebé—la escuchó llorar en su cuna, por lo que él, ni tardo ni perezoso, acudió a consolarla, pero al entrar en la recámara de la bebé, vio como ella era cargada en vilo por “algo”. Petrificado se quedó en la entrada, en la puerta, no atinando a qué hacer. De inmediato, entre su impacto de lo que ve y el terror que ello le provocaba, se puso a rezar como solución y así evitar que su hija fuera llevada por ese ser que, pese a los rezos, no la soltaba y la levantaba aún más. Desesperado, es entonces, que decide ir por su hija y rescatarla de “eso”, aun debatiéndose entre el inmenso terror de esa escena. Su papá se abalanza sobre el ente, para arrebatarle a ese algo a su amada hija quien no paraba de llorar. Él la toma entre sus brazos para protegerla aún a costa de su propia vida, cubriéndola con su cuerpo, en espera de un impacto de esa energía que no dejaba dormir a su pequeña. Cerró los ojos, abrazándola, esperando una muerte inminente, pero con su niña a salvo y es entonces que no, no pasó nada. Lo que haya sido se fue tal y como llegó. En silencio.

Mi alumna dice que su papá insiste en que ella debe de acordarse de esa vez, pero ella jura y perjura que no, que no recuerda nada de esa espantosa noche, y dice que aún le impacta el saber que esa experiencia le haya sucedido a ella, a ella…

Aunque no es tan común saber de estas experiencias que en verdad parecieran imposibles, ya sabemos que vivir en esta ciudad es una suerte mágica porque, pase lo que pase, muchos sobrevivimos a estas experiencias sobrenaturales y lo único que nos queda es protegernos y pedirle a Dios que no nos sucedan como a mi alumna y su familia. Sólo esperamos que nuestra muerte sea tranquila y nos podamos ir de aquí para no espantar a nadie, para descansar en paz en la dimensión que nos toque estar, pero, aún así, ¿quieres conocer más de sus historias en su infancia? Ven, lee y anda Guanajuato.