El Laberinto

Pensando en violencia

Compartir

Hice mi tesis en una secundaria buscando bullying, que es un tipo de violencia sistemático y sostenido a través del tiempo y al preguntarles a los profesores sobre su existencia en mis primeras entrevistas todos afirmaban su existencia. El problema venia cuando les pedía ejemplos o casos y entonces me hablaban de cuando a Panchito le habían tirado su mochila por la ventana o de la santa paliza que se habían puesto fulana y sutana a la salida, cuando les preguntaba si sabían si eso era constante contra las víctimas y si no había una historia detrás nadie sabía. Este ejemplo representa muy bien la percepción que tenemos sobre la violencia como sociedad.

Entonces comenzaremos por dividir la violencia entre la sistemática y (casi invisible) y la de eventos específicos, tangible y vistosa.

La primera se prolonga durante el tiempo, anula a los individuos, casi nadie hace nada por frenarla y en la mayoría de los casos es utilizada para obtener poder o beneficios económicos, volviendo al ejemplo de la escuela, es el niño al que nadie le habla, al que le inventan chismes, el que siempre está solo, el que es la burla de los demás; en el caso de las mujeres, este tipo de violencia son los celos, el control, la anulación por parte de su pareja; si proviene del gobierno es la falta de oportunidades, la reducción de los servicios sociales, el mal transporte o la inseguridad; si la ejerce una empresa es la falta de condiciones dignas de trabajo, de herramientas, de tiempo libre, de contrato o de ahorro para el retiro.

Puede que ninguno se muera directamente de este tipo de violencia, que sin embargo produce que la vida no sea disfrutable de ninguna manera para quien la sufre, causa enfermedades, suicidios, descontento y además reproduce una relación de desigualdad entre quien la ejerce y quien la sufre, que hace que por ejemplo el niño este tan amenazado que no pueda ni acusar, que la mujer le tenga tanto miedo a la pareja y este tan sola que siga con ella, que el pueblo este tan cansado, tan pobre que ni proteste o que el empleado no tenga medios de ahorrar para dejar ese trabajo ni tiempo para buscar otro. Encima está normalizada, defendida por todos y creen que quienes la padecen es porque se la buscaron, el niño que no se sabe defender, la mujer que no se valora, el pobre que no trabaja.

Por el otro lado tenemos la violencia que es un evento mencionable, una cuestión vistosa, la sangre que corre, las cosas que se queman, las personas que mueren, esta violencia puede ser gratuita pero al ser un riesgo y un gasto de energía suele tener alguno de estos dos objetivos: mantener la opresión  o defenderse del opresor. Para esto tiene que haber un paso previo, un cambio en el equilibrio.

Este cambio proviene de los que de pronto deciden que ya no quieren seguir sufriendo y que a pesar de tener todo en contra se levantan, entonces el niño acusa a los abusadores en el patio, la mujer decide romper las reglas  de la pareja o dejarla, la gente se  manifiesta contra el gobierno, los trabajadores toman la fábrica para exigir condiciones.

Y aquí viene la violencia con el objetivo de mantener la opresión, la paliza de los abusadores en el patio, el paso de las palabras a los golpes por parte de la pareja, la manifestación disuelta por los policías, la huelga rota a patadas o a despidos. Esto puede funcionar de dos maneras, regresando las cosas a la normalidad, si el agredido sobrevive y se cuadra o si muere y el problema se acaba.

Pero también puede salir mal y provocar un rebote en su contra, la violencia de defensa, el niño que le pone una tremenda paliza a los que lo abusaron, la mujer que mata a su agresor, el levantamiento civil, la expulsión de empresas. Esta reacción es la que  causa más alarma entre quienes defienden a los que creen que tienen el uso legítimo de la fuerza, como si esta fuese un monopolio, como si nadie supiera que la única situación que justifica el uso de la fuerza es cuando va la propia vida o la de los demás de por medio y que por vida debemos entender que es mucho más que respirar, mucho más que existir.

Considero que tendríamos que poner el ojo en  el primer tipo de violencia buscando erradicarla para mejorar la vida de todos y no esperar a que aparezca la tangible para hacer algo o para indignarnos de que pronto los oprimidos la utilicen, sin ver todo lo que hay detrás y esperando que alguien los aplaste porque “ya se lo buscaron”.