El Laberinto

En automática ansiedad

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“Respira” me dijo y entonces me di cuenta de que los fumadores, es decir los reyes de la ansiedad enmascarada en humo, no sabemos hacerlo o no de un modo libre de toxinas y dotado de profundidad. Jalé el aire hacia mis pulmones, fuerte, por la nariz, sentí como se inflaba mi pecho y luego lo deje salir por la boca, lo peor estaba pasando. No sé si propiamente respirar acabó con el ataque, o si fue el hecho de que me dio algo nuevo en que pensar, como sea este laberinto es resultado de ese.

Por alguna razón, mientras estaba en pleno festín de  oxígeno y liberando la tensión, mientras sentía que es hacer algo que suele ser automático de manera consciente, me dio por pensar en mi lavadora (les juro que no es un fetiche raro) y en  su sofisticada programación que con solo pulsar un botón pesa la ropa, decide cuánta agua necesita, suelta a conveniencia la cantidad necesaria de jabón y suavizante, talla, enjuaga y exprime a su tiempo y suena para que termine la tarea poniéndolo en ganchos.

Una maravillosa máquina diseñada para dejarnos vivir mientras se ocupa de asuntos tan simplones como la ropa sucia, si se lo permitimos  pues yo siendo sincera nunca la dejo trabajar sola, siempre le pongo una manguera para que se llene rápido, decido igualmente el nivel del agua de acuerdo a mis ideas sobre cuidarla, interrumpo o repito los ciclos, en fin que de milagro no he hecho que se incendie aún y mis prendas aun no son jirones, creo.

Por su lado y analógico a esto, nuestro cuerpo es una maravillosa máquina que cuando funciona bien, se encarga de mantener sus funciones en automático para que nosotros nos ocupemos de cosas más importantes como conseguir alimento, asistir a conciertos o buscar al candidato ideal para dejar nuestros genes a la posteridad. El corazón late solo, al igual que los ojos ven o el estómago procesa y son cosas que no notamos hasta que nos fallan faltamente y tenemos que darles una ayudada, rara vez mientras no duela o moleste nos preocupamos por como lo esta haciendo o le corregimos sus viciadas actitudes como esas mini respiraciones o esas pocas horas de sueño que le damos.     

A lo que quiero llegar pensando en la respiración y las lavadoras al mismo tiempo es primero que muchas veces la ansiedad nos mueve las prioridades de tal modo que dejamos al automático o al azar aquellas cuestiones importantes como respirar correctamente o alimentarnos bien, mientras que nos sobre preocupamos y sobre controlamos cuestiones que tal vez deberíamos soltar y dejar fluir. Lo que aprendí de todo esto es que, justamente tal vez en esta persecución jodemos el piloto automático de nuestro cuerpo y ahí es cuando vemos la verdadera importancia de las cosas.