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La pandemia: hoy y el futuro inmediato

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Lo que la gente comúnmente llama destino es, por regla general, nada más que su propia conducta estúpida y tonta.

Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán.

Se dice que, en el mes de diciembre del 2019, el doctor Li Wenliang envío un comunicado en el que alertaba al cuerpo médico y a las autoridades de la ciudad de Wuhan, en el que informaba sobre siete casos de contagio, a los que les impuso una cuarentena debido a que presentaban un cuadro de gravedad, que le parecía semejante a que se había presentado con el SARS en el 2003. Asimismo, expresaba la probabilidad de que estuviera de por medio un coronavirus de alto contagio y características potenciales de ser mortal, por lo que recomendaba echar a andar los protocolos de control.

El médico no fue escuchado, en su lugar fue tildado de propagar noticias falsas, e incluso fue investigado por sedición. Li Wenliang estaba alertando a China de una epidemia de consecuencias fatales, pero no fue escuchado ni por los médicos de Wuhan, ni por las autoridades competentes. El doctor Wenliang continuó en sus labores con ahínco, al grado de que a finales de enero ya se encontraba en estado de gravedad contagiado por el coronavirus y a los pocos días murió. Pero antes de su muerte, el brote de epidemia en el epicentro empezó a salirse de control y los médicos de Wuhan no tuvieron más remedio que aceptar que efectivamente se trataba de un caso especial muy serio, al grado de que el 20 de enero China tuvo que declarar emergencia nacional en consecuencia y las sospechas del punto específico de origen se ubicaron, con base en los datos de los pacientes iniciales, en el mercado de pescados y mariscos de la ciudad de Huanan, provincia de Hubei, cuya capital es la ciudad de Wuhan, en China central. Pero esa falta de control inmediata provocó, en unas pocas semanas, la dispersión de la epidemia literalmente por todo el mundo, debido, también como factor, al intenso traslado de personas, ya sea por negocios o turismo, entre China y todos los países.

Hoy la historia de Li Wenliang forma parte de los comentarios serios y absurdos que existen alrededor de lo que fue llamado, una vez que se conoció que se trataba de una nueva mutación, coronavirus Covid-19, y que se convirtió en la pandemia que hoy padecemos. Cabe subrayar que pandemia se define como una enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a la mayoría de los habitantes de una población.

Así pues, el antecedente más importante y directo del Covid-19, con respecto a infecciones por coronavirus en humanos, fue la epidemia conocida como SARS (severe acute respiratory syndrome) que se presentó en 2003 y que se extendió por gran parte del mundo, provocando alrededor 8 mil contagiados, con un índice de 13-14% de mortandad. En esa ocasión igualmente, tanto el origen del virus, como del brote epidémico se ubicaron en China. El virus se clasificó en ese momento como SARS-CoV, un tipo de coronavirus, del que no se tenía información previa de que afectara a seres humanos.

Se conoce que algunos coronavirus (Orthocoronavirinae), como el Covid-19, son material genético presente como huésped en los murciélagos, que luego, en la posible cadena de transmisión viral, pasó a los pangolines, mamíferos placentarios, escamosos de punta a punta, que se pueden enrollar simulando una pelota, los cuales se venden de manera ilegal en los mercados de China y de otros países de África y Asía, debido a que su carne es apreciada por el sabor, además de que a las escamas se le atribuyen poderes medicinales en la cura de impotencia e infertilidad. En China, dada una ilegalidad soslayada en la venta de pangolines e incluso de los mismos murciélagos en los mercados, hace que las condiciones sanitarias en los puestos de preparación y venta sean realmente precarias, un verdadero foco de infecciones. Esta cadena de transmisión del murciélago, con el pangolín como intermediario, en una posible modificación genética circunstancial de la especie mutante, que hoy puede infectar también a los seres humanos, se establece actualmente como una hipótesis en vías de verificación.

Aun considerando la peligrosidad que presentó la epidemia de SARS, este nuevo coronavirus presenta características sin precedente con respecto a comportamiento viral, con períodos de incubación (tiempo que transcurre entre el contagio y la aparición del primer síntoma) inciertos, períodos de contagio más prolongados y síntomas variables de persona a persona, los que en ciertos pacientes pueden llevar a neumonías atípicas severas. Asimismo, resulta de un alto impacto adverso el hecho de que ahora el coronavirus puede ser transmitido por personas ya contagiadas, que no llegan a presentar síntomas durante la incubación y contagio. Esto se considera un factor muy significativo que aporta un riesgo adicional, que no se había presentado a tal grado con anterioridad. Es por tal motivo que las precauciones en las medidas de prevención, que ya son del conocimiento de todo el mundo, deben ser tomadas con mayor atención y establecerse con rigor y disciplina.

El cuadro lamentable de efectos producidos en el mundo por esta pandemia, no tiene precedentes. Al día de hoy suman ya más de 750 mil personas infectadas y más de 36 mil fallecimientos dispersos en 192 países, con Italia y España ya superando los resultados de China (más de 80 mil infectados y más de 3 mil muertes), teniendo actualmente a los Estados Unidos, especialmente a la ciudad de Nueva York, como principal foco epidémico en América. México al día de hoy presenta alrededor de mil infectados y 20 muertes. En la gran mayoría de los casos, los infectados presentan desde síntomas leves, hasta un porcentaje el desarrollo de neumonías graves, en adultos mayores y personas con vulnerabilidad por hipertensión, diabetes, obesidad, o deficiencias en el sistema inmunitario, entre otras causas. Los índices de mortandad registrados son variables de país a país, pues en Italia ha resultado un alarmante valor superior al 11%, a diferencia del 0.9% de Alemania. El resultado global es de 4.8%. 

Ante estos dramáticos resultados, las soluciones se han encaminado a la elaboración de una vacuna, la cual se dice que incluso ya fue desarrollada en China, pero no puede ser aplicada en tanto no se superen las pruebas específicas, lo que descarta tenerla disponible en un período de meses. Por tanto, sólo queda acatar los protocolos sanitarios de la infectología, establecidos con el fin de proteger a la ciudadanía. El objetivo es vigilar cuidadosamente el crecimiento de infectados, mediante la aplicación de programas de análisis de verificación de contagio por Covid-19 y en la medida en la que aumente el número de infectados, reducir las posibilidades de contagio mediante el aislamiento social, que se irá haciendo cada vez más riguroso, en tanto las estadísticas empiecen a indicar una reducción con respecto al número de infectados. En algunos países se ha llegado prácticamente a un toque de queda como situación excepcional, debido a que el desarrollo de la epidemia se salió de control, lo que ha conducido a la saturación de los centros hospitalarios, por el número de enfermos que alcanzan el grado de gravedad y riesgo de muerte, que tienen que ser tratados en respiradores y terapia intensiva.

El objetivo de las etapas del procedimiento sanitario en la epidemia es no rebasar la infraestructura suficiente y necesaria para atender los casos de gravedad, que serán los de las personas queridas más vulnerables. Es decir, el justo momento para mostrar respeto, amor y bondad para las personas del entorno y, por tanto, un proceso de dignificación de la conducta social mostrando el lado bueno del ser humano, que controla su agitación, no hace compras de pánico, no aumenta los precios aprovechando la situación adversa, cumple con el confinamiento, es solidario con las personas de menos recursos, que tienen forzosamente que salir a buscar recursos para tratar de satisfacer las necesidades básicas familiares. El ser humano solidario que a pesar de las adversidades coopera y sonríe con esperanza y paz en el corazón.

La visión del futuro inmediato es incierta, no es posible pronosticar si en sus permanentes transformaciones genéticas, el virus se desactivará gradualmente, o generará un tipo de virus más violento y letal, incluso a pesar de las vacunas que se empiecen a aplicar en todo el mundo. Por otra parte, la lamentable situación económica provocada por las medidas de contingencia, que han frenado evidentemente el curso normal de la industria y comercio, junto al lamentable conflicto internacional, en mala hora provocado por el antagonismo entre Rusia y los productores árabes al lado de sus socios estadounidenses, agrava significativamente las tenebrosa expectativas, puesto que un período largo bajo estas condiciones traería consigo posibles conflictos sociales, por la falta de trabajo y recursos para satisfacer las necesidades básicas de la población mundial. Una sociedad tensa, sometida por el peso de la enfermedad y la falta de infraestructura y recursos, con gobiernos debilitados, incapaces de controlar a poblaciones fuera de control, provocaría que parte importante de grupos sociales posiblemente se inclinara al pillaje y a la violencia generalizada en todos los órdenes, la globalización del estallido social. Un cuadro verdaderamente espeluznante, propio de las obras de ciencia y ficción que algunas de ellas sólo veíamos con crudeza en las películas, pero que por desgracia la realidad podría superarlas, el “antes y después de la pandemia”.

Por otra parte, está la parte esperanzadora, si la visión muestra la parte luminosa del género humano, capaz de vislumbrar que las medidas de contingencia pueden producir no sólo el freno de la pandemia, sino los beneficios de detener la marcha de un mundo angustiado por un sistema de producción y consumo decadente, que ha llevado al planeta al límite de las condiciones para la supervivencia. De que es posible modificar la conducta humana e inducir cambios positivos que encuadren en una nueva cultura amable con la naturaleza, solidaria con los más vulnerables y prudente en la toma de decisiones, que se detiene a reflexionar con sabiduría sobre el establecimiento de las verdaderas prioridades para satisfacer las necesidades auténticas de las comunidades, con libertad, amor, paz, justicia y equidad.

Sólo nos queda esperar que quede en las páginas de las obras de ciencia y ficción, la fantasía de que existan grupos de individuos en niveles ocultos de poder, capaces de generar este tipo de condiciones de terror pandémico, que sumado a las herramientas cibernéticas mediante las cuales se puede enajenar conciencias, controlar el flujo total de información, así como apropiarse de todo tipo de recursos, fuera utilizado con el fin de inducir transformaciones malvadas a su favor. La realidad de las teorías de las conspiraciones, provocaría que el mundo entrara a una fase distópica.

Es el camino del hombre que juega a ser Dios, la verdadera lucha entre el bien y el mal, que enfrenta al humano material y al humano espiritual. Este último tiene la fuerza para vencer, pero está debilitado en la aparente comodidad tecnológica mal enfocada, puesto que se ha olvidado de fortalecer su espiritualidad.

Esta es la oportunidad de despertar a la conciencia.