El Laberinto

Pasillos y baños

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Se nos enseña que dos cuerpos no pueden ocupar un mismo espacio al mismo tiempo, pero rara vez pensamos que prácticamente desde que comenzamos a existir dentro de nuestras madres, ya ocupamos un espacio y que incluso  después de morir lo seguiremos haciendo, ya sea en una repisa o en un agujero.

Tener donde acomodar nuestro ser en general, desde los espacios en los que cubrimos nuestras necesidades como descansar, comer, asearnos; dónde pasamos nuestro tiempo de ocio o recreación y el cupo que tendremos para transportamos, recibir educación o generar recursos, es una batalla de todos los días, todo cuesta si no es dinero, esfuerzo y conocimientos, más considerando la sobrepoblación y el espacio limitado.

Entre menos privilegios se tengan, más luchas tenemos que librar todos los días: imponerse en una vivienda hacinada compartiendo lecho, esperando para usar el baño, haciendo que la comida dure y protegiendo nuestra privacidad; tener que comer de pie en alguna banqueta o sentado en la banca de un parque durante el descanso en un empleo precario o auto generado; pelear por subir al metro, por tener asiento,por tomar un taxi para poder llegar a los centros laborales o educativos, normalmente tan lejos de donde se encuentran las viviendas accesibles;  pasar un exámen de admisión; conseguir un empleo con lo que hayamos podido aprender, sin contactos ni habilidades sociales.

No por nada los niveles socioeconómicos se calculan preguntando la cantidad de recursos que existen dentro de los hogares para cubrir necesidades, como tener una estufa o una regadera, si contamos o no con un medio de transporte y hasta donde pudimos llegar en el sistema educativo formal y  también sobre la cantidad de cuartos y cuántos de ellos se usan para dormir, sin contar pasillos o baños. Y aquí muchos fruncen el ceño ante la idea de descansar en alguno de estos dos, pero lo cierto es que una cantidad importante de personas llevan a cabo todas las actividades que he mencionado, justo en lo que podríamos denominar los pasillos y baños de las urbes y son esos puntos intermedios que existen y posibilitan la existencia de espacios diferenciados y el desplazamiento entre los mismos: los paraderos, las calles intermedias, las entradas y salidas a estaciones o edificios públicos e incluso los alrededores de los mismos.

Ya se que aquí entonces estarán pensando en los espacios que consideramos como públicos como los parques o las casas de cultura y es que, aunque sean gratuitos, tienen una especie de costo, por lo menos de aseo y seguimiento de reglas y los mismos usuarios, y a veces la fuerza pública, se encargan de desplazar a quienes no les queda más que dormir en una banca, bañarse en una fuente, tener a sus hijos todo el día en los juegos o trabajar vendiendo cosas, arte o servicios en la calle.

Solo basta cambiar la rutina y en lugar de pasar corriendo por estos considerados no lugares, si esperamos y observamos un poco, nos encontraremos con las no personas, incluso en los sitios más turísticos, pues justo viven de las migajas que quedan en una estructura cruel y desigual, que mastica y escupe a los más débiles, a los que además, seguro vemos con temor por encima del hombro. Sin duda dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo, pero dos realidades sí que pueden y muchas veces son invisibles la una para la otra.