El Laberinto

Los nemebeats

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Viajemos unas siete décadas hacia atrás en el  tiempo y unos dos mil kilómetros hacia el norte en el espacio, para poner nuestras visión en el Estados Unidos que intensificó y acrecentó el mito del “American way of life” como parte de la guerra fría, surgida después de la Segunda Guerra Mundial, esa tierra de oportunidades, con una prosperidad económica notable, una población heterogénea, una tecnología que todavía no le daba miedo más que a Ray Bradbury (siempre tuvo razón), tierra de fuentes de sodas, autos elegantes y familias tradicionales felices.

Los planes de vida eran sencillos, si ya tenías dinero era suficiente con prepararte para conservarlo y tal vez para hacerlo crecer, disiparse mesuradamente en la juventud y después conseguir un trabajo y una esposa para seguir con toda una vida de comodidades y rutina en algún suburbio, hasta que los hijos crezcan y repitan el ciclo mientras sus padres envejecen y toman el sol en el porche. Si no había dinero de entrada, tal vez en vez de una juventud divertida podremos agregar el trabajo duro y la suerte de estar en un sistema con movilidad social.

Muy bonito todo, pero ¿qué tal que no? De las entrañas mismas de lo que, desde nuestra caótica realidad tercermundista donde ya sobrevivir es ganancia, pudiera llamarse el mundo ideal nace un monstruo que es a la vez su espejo y némesis. Lectores les presentó a la generación beat (golpeada) y a su miembro más ilustrativo, el señor William Burroughs.

Cómo espejo, podemos decir que el hombre era millonario de nacimiento gracias a la sumadora inventada por su homónimo abuelo y que este dinero lo utilizó para estudiar en Harvard y nunca trabajar de lo estudiado, para mantener parcialmente a un grupo de poetas y locos rompiendo aquel paradigma del esfuerzo y lo bien habido y para comprar la impunidad tras asesinar a su esposa durante una parranda en 1951 en la CDMX, un sujeto que amaba con locura a las armas de fuego y que para tareas sencillas ocupaba un puñal, que era racista, misógino y drogadicto. Como cereza del pastel tuvo la osadía de contradecir todo un estilo de vida sano y la satanización de las sustancias viviendo hasta los 83 años y llegando al mainstream.

Nada que no refleje el trasfondo oscuro de tanta felicidad y bienestar nacidos de las armas y la guerra y mantenidos con el trabajo de los migrantes y los oprimidos, la paz de los sedantes y el silencio e instrumentalización de las mujeres, curiosamente cuando Estados Unidos alcanzó a vislumbrar el alcance de los beat, ya como un fenómeno mundial para darle la espalda a aquello que debería parecer el sueño de todos, les empezó a llamar beatniks, fusionando el nombre original con el del sputnik de sus acérrimos enemigos soviéticos, para categorizarlos como amenaza y  sobre todo, para negar su parentesco.

Se me estaba quedando en el tintero la palabra némesis  que use para describirlos y  además está en el título, y es que como deidad, en la mitología griega, su función era la de castigar la desmesura dejando claro que no se puede ser demasiado afortunados ni trastocar el equilibrio universal con fines egoístas, no sé por qué, pero todo esto vaya que me suena.