El Laberinto

El ballet cósmico ha comenzado

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Mal momento que elegí para leer el cuento de “La oscuridad” (1962) de André Carneiro pues además de plantearnos la espantosa posibilidad de que el sol algún día deje de brillar y como las papas y el refresco que complementan este combo de ansiedad y peligro de extinción, incluye el hecho de que todos los medios humanos con los que contamos para generar luz y calor se van junto con el astro sumiendo al mundo en la oscuridad, el salvajismo y las comidas frías, debería ponerlo en una lista de excelentes cuentos para disfrutar, a menos que se aproxime un eclipse.

Desde que se tiene registro y antes de que se tuviera, supongo porque sería lo más normal, este fenómeno causaba y causa incertidumbre, ya sea que dé la impresión de que el sol nunca va a volver o de que nos va a retrogradear al mercurio para poner nuestras vidas de cabeza, ambas cosas son verdad, pero para que se apague falta un tiempo y para que nuestra vida sea un desastre no necesitamos a los astros, basta con mirar fijamente al eclipse o con vivir pensando que estamos sujetos a voluntades más allá de las humanas, como si necesitáramos más fuerzas rigiendo nuestro destino aparte de las de capital o como si  a los astros, tan lejos de nosotros en distancia, en tamaño y en durabilidad, les importara nuestra precaria y fugaz existencia .

La certeza de que a las noches le siguen los días, de que al frío le sigue al calor y de que como diría Radio futura “hasta mañana no vuelve a llover” nos dan un referente al cual aferrarnos, la certeza es una necesidad y poder proyectar a futuro un rasgo de humanidad, para nuestros antepasados precolombinos, existía la certeza tenían listas las fechas de los eclipses y de todos modos consideraban que tenía que protegerse, más allá de la ceguera, e incluso ayudar al sol en su batalla contra la luna. No hacerlo podía mutilar a la vida en formación, ya fuese vegetal o animal y traer la oscuridad, bastante razón tenían, tanta como las señoras que escuche hoy en la peluquería diciendo que no habían mandado a los niños a la escuela y habían mantenido a los perros adentro, por los mismos temores.

Es interesante unirse a un fenómeno de índole colectiva, saber que por unos instantes todos estaremos viviendo lo mismo, que algo está sucediendo más allá de nuestras rutinas y realidades concretas pero también es un reflejo de los tiempos que corren: la oleada de desinformación, mercantilización, creencias new age, paranoia y burla con el que lo manejamos. A mí me gusta pensar que más allá de los astros o de los grandes sucesos en nuestras vidas todo el tiempo acontecen cosas magníficas y estas sí que influyen en nuestro futuro.