El mercado La Luz, en León, se extingue…

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Martín Diego Rodríguez

León, Gto., 24 de enero de 2010. Tanto representa a la ciudad, que lleva el nombre de su santa patrona. El mercado de la Luz ubicado en el corazón del barrio El Coecillo, la otrora peletería más grande del país, lucha por sobrevivir. Con la mitad de los locales ocupados, porque el otro tanto de plano ya cerró, todavía es una opción para los micro y pequeños productores de calzado, o para los que quedan.

Apenas se ingresa al mercado, único en el país donde se ofrecen productos para la fabricación del calzado, trasciende el olor a cuero. Las manos que ahí trabajan, han visto pasar la historia de miles de zapatos hechos a mano con las tradicionales técnicas que, al paso de la modernidad, se van perdiendo.

Las hormas de madera cambian por las de plástico, los mecheros por los hornos, las brocas para los ojillos de las agujetas quedan rezagadas y los cerquillos, se engrosan los inventarios porque “ya casi nadie ocupa estos materiales”.

Erigido en la década de los cincuenta, varias generaciones quedan todavía con la tradición zapatera del meritito barrio leonés. Aunque ya sea por puro amor al arte, pero están firmes, como quieren ver a su industria.

El discurso de los grandes zapateros es que la industria entró a una franca recuperación, pero aquí la visión es distinta “nosotros somos los proveedores para los pequeños fabricantes, para los que hacen pares únicos pero ellos se están terminando”.

UN DÍA DE VENTA SIN CLIENTES

Los jueves son los días de venta en el mercado, por ahí pasean unos cuantos compradores que observan los rollos de piel, apenas compran un pedazo. Otros ven insumos, pero no compran, los pasillos al medio día se ven vacíos y el escenario lo completan las cortinas cerradas “los que quedamos es porque somos ya de varias generaciones y que queremos mucho a esta industria. Hay personas que han llegado al mercado pensando que se van a hacer ricos, pero la verdad aguantan uno, dos meses y se van, porque ya no se puede”, comenta sin reparo, Luis Tavares Vega quien tiene 30 años en el mercado.

La piel natural es desplazada poco a poco por la sintética, las producciones “en las que nosotros poníamos un poquito de  nuestra vida, son ya números. Antes hacíamos cada zapato a mano, cantando canciones o platicando, ahora los zapatos son números, son series” y ello ha relegado la tradición del mercado que, para muchos, es una salón de la piel y del calzado permanente, no por temporadas.

José Dolores Bernal es la tercera generación de comerciantes en el mercado La Luz y recuerda que hace dos años, cayó de manera estrepitosa la venta en el lugar “no se ha querido componer, y este año se ha puesto peor. Las ventas nos han bajado casi en un 80 por ciento, y no se ve ni para cuándo se componga esto”.

Aunque pasan las horas del medio día, la gente no llega a comprar “antes se veía a dos o tres personas por local comprando, había hasta cargadores que llevaban la mercancía a los coches, ahora nada más se ve a dos o tres personas pero en todo el mercado”, comenta Martita, una de las decanas de la venta de pieles al menudeo, la falta de clientes se debe a que, poco a poco, los pequeños fabricantes de calzado se van terminando.

Hace años, los micro empresarios llegaban directamente hasta el mercado La Luz para comprar sus insumos, los grandes “van directamente a las tenerías porque no quieren tratar con intermediarios, como nosotros, la verdad ellos no quieren tratar con uno y por eso se nos está cayendo, porque se están terminando los zapateros en pequeño”.

Hace unos 40 años, el mercado tuvo fama de ser el surtidor de la industria del calzado para todo el país por ser el único en su tipo, todavía hace cinco años, eran una fortaleza comercial y sus 350 locales estaban en boga, hoy los 100 locatarios que sobreviven tienen encima una crisis económica causada por la importación de productos asiáticos  y “tenemos que aguantar, los grandes empresarios dicen que se va componiendo la industria pero nosotros no vemos mejoras”.

UNA CIUDAD ZAPATERA

Rigoberto es un muchacho que se define como “bien leonés”. Además de tener tatuada en su piel la pasión por el Club León, sabe dónde se venden las mejores guacamayas de la comarca, típica botana creada por los zapateros para dar un alimento sabroso pero picoso. En un local trabaja la gamuza en espera que sea diciembre aunque faltan muchos meses “esa es la temporada buena para nosotros”. El muchacho no para su faena pues sabe que “si se ve movimiento, al menos se acercan las personas”.

El muchacho tiene pasión por su trabajo, tanto que presume que “todavía seguimos siendo la Capital del Zapato, y si algún tiempo fuimos, todavía la gente nos ve como la Capital del Zapato, pero si seguimos como vamos, creo que sí vamos a tener que ser la ciudad de otra cosa”.

La venta de herrajes es lo mismo “sacamos lo de los gastos porque, años atrás sí éramos un mercado tradicional que vendía todo para el calzado, ahora hay mucho maquilero. Por ejemplo, hoy vienen muchos compradores de San Mateo Atenco, pero ellos ya no vienen al mercado porque los maquileros les llevan la piel. No está mal, cada quién hacemos nuestra lucha, pero sí nos llegó a pegar que no vengan a comprarnos piel, herrajes, ni nada y por eso el mercado se está cayendo  por completo”.

Por paradójico que parezca, el mercado La Luz se ubica en lo que fuera la puerta de entrada a la zona comercial más importante de la ciudad. A su alrededor existen otros locales dedicados a la industria de la proveeduría y, en ocasiones, la comercialización se realiza de forma artesanal. Todavía es posible encontrar maquinaria antigua, refacciones descontinuadas, y artículos que fueron necesarios hace ya casi tres generaciones y que, hoy, han dejado paso a los modernos sistemas de producción.

No está cuantificado el número de fuentes de trabajo que generan, pero como dice Sebastián Manríquez “son un chingo, si esto se acaba, nos lleva el carajo. No hay empresa que pueda darnos trabajo si esto se muere, por eso, todos los días a rezarle a la virgencita de La Luz para que nos socorra y, de paso, para ver si nos hace el milagrito de que el León suba a primera división”.

LOS BENEFICIADOS

Sin embargo, entre los pasillos del mercado la luz hay actividades que se han recuperado. Los llamados “remendones”. Rafael Tenorio vio su amargura hace tres años, justo cuando la industria del calzado era fulgurante. Ahora tiene ya varios empleados a quienes ha cobijado cuando fueron despedidos de las pequeñas empresas.

Rafael es un zapatero remendón que, al momento que subió el precio de los zapatos, “me empezó a ir bien porque la gente no puede comprar sus zapatos, mejor los remienda o los manda componer. Ahora nosotros tenemos más trabajo y eso ha sido bueno para nosotros”.

Aunque también reconoce que cuando la crisis aprieta “pues nos dejan los zapatos y aquí se quedan, a ver hasta cuándo vuelven a pasar por ellos”.

La venta de agujetas de varios estilos y modelos, no sólo para el zapato deportivo, ha resultado un éxito en el mercado, otros más que han logrado reconvertir su industria en artesanal y que, incluso, se han convertido en proveedores de artículos de ornato o “sólo para coleccionistas”.

La gente en el mercado La Luz, aunque ahora más que nunca se han visto envueltos en una crisis que lo deshace todo, es feliz. Martita Zaldívar lo es porque tiene a sus trabajadores, aunque hagan poco y a ratos, haciendo algo productivo, ella dice que mientras tenga qué comer y para los gastos, es feliz repartiendo lo demás entre la muchachada.

Aquí, en el barrio de El Coecillo, el mercado La Luz ya no brilla como antes pues la llama de la industria, sobre todo la artesanal, está casi extinta aunque “lo que sobran son las ganas para salir adelante, por eso somos puro León, Guanajuato, sí señor”, canta un dúo ante un cliente que, azorado, no deja de regatear por el costo de la piel “¿no se puede más barato?”, dice a su marchante “no, pues si le doy más barato, mejor se la regalo”, el otro entre risas le insiste “pues que se haga, regalado sí”, el otro “ándele, a ver si también le regalo el gusto de llevármelo por ahí”.

Señas:

El mercado La Luz se ubica sobre el bulevar La Luz en el Barrio del Coecillo casi en la esquina del Malecón del Río.

Se pueden encontrar toda clase de artículos para la industria del calzado y marroquinería.

Hay 350 locales de los que 100 están abiertos

Fue inaugurado en el período de gobierno comprendido entre 1958 y 1960 cuando era alcalde Don Irineo Durán.