Mario Benedetti: ¿personalidad múltiple?

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Yunuen Alvarado Rodríguez

Sin lugar a dudas, la poesía de Mario Benedetti es un baúl repleto de enigmáticas preguntas que nos surgen al leerla. Hablemos pues del caso peculiar de dos piezas pertenecientes al poemario titulado Poemas de otros, específicamente del apartado “Trece hombres que miran” y del poema “Por suerte somos otros”, del apartado “Epílogos míos”.

En los poemas de “Trece hombres que miran”, el poeta habla en primera persona, como evocando sus vivencias, narrando sus sensaciones y percepciones, viendo esta situación e indagando en el poema. Cada uno de los trece hombres es distinto, sus miradas se direccionan hacia puntos distintos, la voz de cada uno de ellos es diferente incluso de la voz del poeta. Indagando sobre el poema “Por suerte somos otros”, la teoría se confirma: el poeta caracteriza distintas voces que le permiten enunciar diferentes perspectivas. Luego, ante estas situaciones conviene preguntar ¿por qué el autor adopta un disfraz?, ¿por qué el poeta deja que “otros” le den voz a sus pensamientos?

A continuación se citan algunas estrofas que acrecientan la curiosidad al respecto y confirman esa multiplicidad de voces que acogen los poemas:

…Somos en realidad, otro desconocido

Un tipo más que ignora cuándo va a tocar fondo

Si en el breve mayo de las hojas secas

O en el laxo febrero de nostalgia soleada…

…Un desconocido de quien no se sabe

por qué y con quién puede aún asombrarse

un resto de naufragio un capricho

de pedernal miedo que esparce a veces

semillas de coraje silencios alaridos… (“Por suerte somos otros”)

Al leer estos versos, el lector se enfrenta a la fragmentación del “Yo poético” en múltiples personajes, de los cuales uno toma el papel de espectador de sí mismo y resalta características de sus personalidad; sin embargo es “ese otro quien la describe”. Esto sin duda recuerda, y aunque no muchas veces es aceptable en los estudios literarios, ciertos trastornos de la personalidad, los llamados “disociativos”. A este respecto, los especialistas definen a la personalidad como “el patrón único de pensamientos, sentimientos y conductas de un individuo, que persiste a través del tiempo y de las situaciones” (Morris Charles G. y Albert A. Maisto, p. 442). De ahí que la personalidad de un sujeto sea relativamente estable y duradera, por lo que para que en ella haya una disfunción, es necesario que dicha persistencia se altere violenta y repentinamente.

“Los trastornos disociativos de la personalidad son aquellos en los que algún aspecto de ésta parece estar separado de los restantes” (Morris Charles G. y Albert A. Maisto, p. 520). En consecuencia, sobre la base de estas definiciones, podríamos concretar que el “Yo poético del autor” se encuentra gravemente disociado, y su padecimiento se conoce como “trastorno de personalidad múltiple”. Éste se manifiesta en el individúo que ha estado expuesto a graves condiciones de violencia, de las cuales escapa, para asignar a “otro”, que casi nunca se halla presente, el sufrimiento y el dolor del que el primero quiere huir. Además, los personajes creados suelen conocerse entre sí, tener gustos opuestos, sensaciones y percepciones de disgusto hacia ellos mismos; incluso, la mayoría de las veces los personajes adoptan ideologías o sentimientos reprimidos del sujeto.

Aplicar esta teoría a los poemas de Benedetti es imposible de manera determinante, porque así como existen varios personajes que hablan a cerca de sus experiencias particulares, en todos los poemas de “Trece hombres que miran” aparece con frecuencia un matiz de esperanza, de solidaridad ante su pueblo, una súplica, que es parte de una lucha incansable. Aparece también el tema del encarcelamiento, pero no parece ser una prisión física, sino más bien de carácter intelectual. Y no es para menos, si tomamos en cuenta que este libro Mario Benedetti lo escribe en el exilio, justo cuando la revolución se extendía por toda América Latina, cuando la violencia oprimía las ideas, cuando la muerte callaba los pensamientos incluso antes de ser mencionados.

Así las cosas, la transferencia de vivencias y percepciones que el autor hace a sus personajes es del todo comprensible; ese reflejo de querer escapar de una prisión que encierra a quienes piensan, ese querer ser alguien más, puede ser la razón por la que el autor dé este giro a la poesía.

También se percibe en los ya mencionados poemas un ambiente de añoranza, de melancolía, un sentido de pertenencia a la tierra, que desemboca en solidaridad hacia los otros. Esto es lo que vuelve aún más peculiar la disociación del “Yo poético” en Benedetti: la solidaridad y la esperanza que existen entre los “Trece hombre que miran” son trece personajes que lloran el mismo destierro, pero que consuelan el mismo dolor ante un futuro incierto; trece hombre que extrañan y añoran la misma patria, trece hombre que podrían ser uno solo, que comparten una ideología de lucha, de coraje y el mismo afán de libertad.

Es maravilloso apreciar cómo, aunque el “Yo poético” de Benedetti se disocie en múltiples personajes, éstos conserven la esencia del autor, tengan la capacidad de interiorizar, conocerse a sí mismos, identificar para su propio ser el dolor y, lo que es mucho más importante, que todos y cada uno de los trece hombres conserven la solidaridad hacia los otros y sostengan de manera firme el mismo estandarte de esperanza. “En poemas de otros, Mario Benedetti cincela el aullido que engarza el concepto de patria con el de nostalgia” (Morrejón Nancy, Inventario cómplice).

En efecto, lo que Morrejón señala en su artículo es fácil de percibir en los poemas, ahora, para clarificar un poco acerca del porqué dos aspectos importantísimos de la vida del autor han de dividirse, de tomar cada sentimiento una voz independiente. He aquí otros fragmentos del poema “Por suerte somos otros”, que quizá sea la síntesis de esta disociación.

… Sólo un desconocido somos eso

Algún remoto de nosotros mismos

Un morral de prejuicios una bomba de tiempo

Que nos explota en medio

De la aleluya o del bostezo

Quizá esté ahí la clave

… libres para ser Otros ni ángel ni desángel

Sólo nuestra verdad imperfecta y radiante

La verdad absoluta que nunca se repite

Y sin embargo puede atravesarnos

Como una flecha o una ideología

Y no es tarea vana

Inventar otros

Que tienen por supuesto rasgos nuestros

Textura nuestra cicatrices nuestras

Más dos o tres barbaridades llanas

Y más amor que nuestro más amor

Esa caricatura de nuestros imposibles

A veces nos contagia contamina

De vida nuestros pasos malmurientes

Nos da confianza júbilo certezas…

En estos versos se descifra la enigmática cuestión: Mario Benedetti toma voz en otros para darse confianza a sí mismo, consolar el dolor que lo aqueja y alzar la voz; entre sus personajes uno a otro se animan y comparten entre sí sus inquietudes, afanes y temores. Ésa quizá sea la manera más fácil de expresar un sentimiento cuando se tiene miedo ante lo incierto, prestándoselo a “otro”, dejar que ese “otro” hable por él, tal vez porque si al manifestar el sentimiento que le aflige, hubiera consecuencias, éstas las enfrentará el “otro” y no él mismo. Sin duda es una vía rápida para escapar del dolor y una manera fácil de obtener consuelo.

Todos los rasgos que contienen los poemas, Mario Benedetti los oculta tras una metáfora excelentemente bien manejada. Como menciona Rafael Núñez Ramos: “Por medio de la metáfora se descubre una semejanza oculta entre las cosas, las situaciones, las experiencias y con ella una nueva dimensión, un nuevo sentido de las cosas, las situaciones y las experiencias mismas” (Núñez Ramos Rafael, La poesía). Entonces podemos afirmar que es por medio de la metáfora que la poesía puede hacer esa reacción del mundo y en ese sentido Mario Benedetti hace que la metáfora cumpla estrictamente su función. Por ejemplo es muy recurrente entre los “Trece hombres que miran” la mención de una mujer, y el amor hacia ésta; es fácil descifrar que esta figura femenina a la que ama y añora es la patria, que en ese preciso momento se encuentra lejos, aunque cerca de su pensamiento.

Para ejemplificar con mayor claridad a qué nos referimos, citemos algunos de los versos de distintos poemas contenidos en el mencionado apartado:

que el aire vuelva a ser respirable y de todos

Y que vos muchachita sigas alegre y dolorida

Poniendo en tus ojos el alma

Y tu mano en mi mano

… como querría esa suerte de tierra

Y que vos muchachita

Entre brotes o espigas

O aliento vegetal o abejas mensajeras

Te extendieras ahí

Mirando por primera vez las nubes

Y yo tapara lentamente el cielo. (“Hombre que mira la tierra”)

…tus labios puestos en el entusiasmo

Que dibuja palabras y promete promesas

Son en tu imagen para mí los héroes

Y son también el ángel enemigo. (“Hombre que mira a una muchacha”)

Después de leer estos versos, la comprensión metafórica de equiparar a la patria con una mujer se vuelve más sencilla, además nos ayuda a encontrar el deseo de posesión hacia esta figura, la añoranza de un futuro mejor y la representación del peligro que implica seguir cerca de ella. Está claro que ésta es una ingeniosa revelación de sentimientos profundos de nacionalismo y nostalgia por la lejanía, que se manifiestan en un tema que parece de todos los días: el amor hacia una mujer.

En conclusión, Mario Benedetti en “Trece hombre que miran” quiso dar a conocer su sensibilidad, a través de un desdoblamiento de sí mismo, que dan como resultado una peculiar disociación del “Yo poético”, pero que manifiesta la solidaridad hacia su pueblo y un consuelo hacia sí mismo. Pero lo más importante es que su disociación, totalmente consciente, aporta un gran tesoro a la literatura latinoamericana y también un extraordinario manejo de la técnica.

Bibliografía

Benedetti, Mario, Inventario, Nueva Imagen, México, 1978.

Morris Charles G. y Albert A. Maisto, Psicología Prentice Hall, México.

Morrejón Nancy, “Mario Benedetti: Una poética del acontecimiento”, Inventario Cómplice, Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.

Núñez Ramos Rafael, La poesía, síntesis, Madrid, 1998.