FIC: Asombran Zilberstein y OSN

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Benjamín Pacheco López

Guanajuato, Gto. 24 de octubre de 2010.- Con un concierto caracterizado por su energía y despliegue de virtudes, la pianista Lilyan Zilberstein y la Orquesta Sinfónica Nacional cimbraron el Teatro Juárez, durante su participación en la edición 38 del Festival Internacional Cervantino (FIC).

La pianista Lilyan Zilberstein y la Orquesta Sinfónica Nacional en el Teatro Juárez (Foto: Especial)

La presentación duró más de dos horas, donde el director artístico Carlos Miguel Prieto llevó a cientos de espectadores a través de una amplia gama de posibilidades musicales que incluyeron el expresivo romanticismo tardío hasta los poderosos ritmos nacionales.

Carlos Miguel Prieto inició con “Suite de H.P. (Horse Power: Caballos de vapor)”, del maestro Carlos Chávez, pieza compuesta entre 1926 y 1932 que de manera conceptual integra el norte industrial y frío, así como el sur de tierras cálidas y productivas.

El resultado es una partitura que funde fuerzas telúricas y mecánicas, una glorificación orquestal de la industria y sus máquinas, una “música que está en el ambiente” —según definió el propio Chávez en su momento—, junto con melodías y danzas populares.

Esto se agrupó bajo los títulos de “Danza del hombre”, “Barco hacia el trópico. Danza ágil. Tango. Interludio” y “El trópico. Huapango y zandunga”, para crear un ambiente lo mismo solemne y melancólico, que el uso de percusiones y metales en galope hacia un gran final.

Le siguió la presencia de Lilyan Zilberstein, considerada una de las mejores pianistas del mundo, quien se apoderó del escenario con elConcierto para piano No.2 en Do menor, Op. 18. Según la historia, es una obra elaborada tras someterse Sergéi Rajmáninov (1873-1943) a terapia de hipnosis para recuperar la confianza en su talento.

La nacida en Moscú y nominada al Grammy por mejor álbum clásico, ejecutó “Moderato”, “Adagio sostenuto” y “Allegro scherzando”, con un estilo diáfano y delicado, remarcando líneas musicales largas, nobles y de gran intensidad, por lo que creó la ilusión de que es fácil interpretar grandes cuerpos musicales y pasajes tempestivos.

La presentación destacó por el diálogo que lograron Lilyan Zilberstein y Carlos Miguel Prieto, al grado que el público respondió con ovaciones que obligaron a la pianista a regresar reiteradas veces al escenario para dar las gracias.

La última parte del concierto fue titánica, avasalladora para los escuchas, pues el Director Artístico paradójicamente, deslumbró con una obra centrada en la oscuridad: La noche de los mayas de Silvestre Revueltas (1899-1940), obra compuesta en 1939 para una película del mismo nombre y dirigida por Chano Urueta.

Carlos Miguel Prieto evocó la saga de un imperio labrado sobre piedra y selva, por medio de cornos y largos solos en el área de percusiones, que generaron una atmósfera en ocasiones tensa, en otras dinámica y festiva, marcada por el conocido misticismo indígena.

El público se deshizo en aplausos y porras. En respuesta, el director dijo: “Puesto que así lo piden, va para ustedes”. Y se arrancó de nueva cuenta con la orquesta para ejecutar Huapango de José Pablo Moncayo.

El final llegó enérgico, intenso y demoledor. La conocida melodía fue rematada por un grito inesperado de los músicos: “¡Sí señor!”. El Teatro Juárez se cimbró ante los gritos. Nadie quería dejar de aplaudir.