El Papa cumplió el deseo de Juan Pablo II de conocer Cristo Rey

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Carlos Olvera

Guanajuato, Gto. 25 de marzo de 2012.- Minutos antes de llegar al Parque Bicentenario, papa Benedicto XVI sobrevoló en helicóptero el cerro del Cubilete y admiró la colosal escultura del Cristo Rey, mientras en el parque miles de fieles celebraban su llegada.

Panorámica del Parque Bicentenario (Foto: Especial)

El Sumo Pontífice cumplió así con el deseo de Juan Pablo II de conocer de cerca el Monumento a Cristo Rey y pidió a los fieles reunidos en el Parque Bicentenario, no olvidar su testimonio de humildad.

Cuando Benedicto XVI a bordo del Papamóvil hizo un recorrido entre la multitud, el júbilo estalló en los miles de fieles que esperaron, muchos de ellos desde un día anterior, la histórica celebración.

En el transcurso de la misa, el Papa recordó que su predecesor Juan Pablo II no pudo visitar “este lugar emblemático de la fe del pueblo mexicano, en sus viajes a esta querida tierra”, aunque lo deseó fervientemente.  “Seguramente desde el cielo, el señor me ha concedido la gracia, de poder estar ahora con los fieles mexicanos, como también habrá bendecido a tantos millones de mexicanos que adoraron las reliquias (de Juan Pablo II) que recientemente estuvieron en todos los rincones de México”, añadió.

En esos instantes, se refirió a las coronas que acompañan al Cristo de la Montaña, y explicó que “implican que su realeza no es como muchos la entendieron y la entienden; su reinado no consiste en el poder de sus ejércitos para someter a los demás por la fuerza o la violencia, sino que se funda en el poder más grande que gana los corazones: el amor de Dios”, aseveró.

En seguida señaló que Cristo Rey ha traído al mundo, con su sacrificio, la verdad de la que ha dado testimonio, “ese es su señorío, que nadie le podrá quitar ni nadie debe olvidar”. En este sentido, consideró que es justo que por encima de todo, “este santuario sea un lugar de peregrinación, de oración ferviente y conversión, reconciliación y búsqueda de la verdad”

Al mismo tiempo pidió al Cristo de la Montaña que reine en los corazones de los mexicanos, “para hacerlos puros, dóciles, esperanzados y valientes en la propia humildad”. Finalmente hizo referencia al Parque Bicentenario con el que se quiere dejar constancia del nacimiento de la nación mexicana, “que quizá tenga muchas diferencias, pero con el destino de un afán común”.