Literaria

La Lengua latina en Hispania

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Datos curiosos sobre el origen de nuestro idioma

En el año 218 a. C., con la segunda guerra púnica, la región conocida en ese entonces como Hispania, es invadida por representantes de la cultura latina, quienes como colonizadores influenciarían a tal grado la cultura hispánica que harían desaparecer poco a poco y casi por completo las lenguas vernáculas de toda la región; propiciando el uso del latín como única lengua.

La región hispánica del centro mantuvo más tiempo (según estudios históricos) el uso de lenguas vernáculas que la periferia, esto se reflejó en los nombres de dioses, individuos e incluso en algunos gentilicios utilizados hasta finales del siglo IV.

El latín se caracterizó por ser una lengua de mucha precisión y exactitud, esto combinándose con la innegable influencia de la estilística del griego la convirtió en una lengua completa que con el afán de imitar la fonética griega propició muchas de las palabras que ahora conocemos en lengua castellana.

Tras la caída del imperio romano y la llegada del cristianismo, retomar el uso del griego para lograr una completa y efectiva evangelización, se volvió indispensable; así las palabras latinas estaban más susceptibles de combinarse con las griegas y dar origen a las lenguas romances; específicamente en la región de hispania, al español.

La literatura promueve la distinción entre latín clásico y latín vulgar, el primero se volvió objeto de estudio de intelectuales y eclesiásticos mientras que el segundo tuvo un uso conversacional.

En el primero era común encontrar figuras retóricas como el hipérbaton, mientras que el segundo cada día se volvía más sintético.

El latín vulgar, a diferencia del clásico, empezó a hacer uso de preposiciones y a eliminar las desinencias de los casos. De este modo el nombre o sustantivo fue manifestándose con una sola forma y admitiendo flexión sólo para diferencias de género y número.

La fonética también contribuyó en gran parte a este fenómeno, que aunque en principio se presentó como un fenómeno de morfosintáxis, la economía fonética contribuyó en gran parte a la desaparición de las terminaciones distintas para cada caso; permitiendo el cada vez más constante uso de las preposiciones.

El género neutro fue poco a poco desapareciendo, permitiendo la aglutinación de todos los nombres bajo masculino y femenino solamente.

La necesidad creada por latín vulgar del uso del deíctico o señalador, propició el uso excesivo de los demostrativos,  sobre todo de los que acompañaban al nombre.

También, el uso del artículo indefinido en forma del numeral “unus” fue consecuencia del mismo fenómeno, la necesidad de señaladores y el constante uso de la anáfora o reiteración.

La conjugación del verbo tuvo asimismo muchas modificaciones, pues con la desaparición de las desinencias, tuvieron que ser sustituidas por perífrasis, las formas simples de la voz pasiva fueron eliminadas y sustituidas por formas compuestas con el verbo “habere”.

El constante uso de las preposiciones dejó demasiado abierto e impreciso su significado, por lo que hubo la necesidad de crear partículas compuestas, mismas que hoy conocemos en español como: detrás, delante, dentro.

En los cambios fonéticos, los más importantes se refieren a la acentuación y al vocalismo, a partir del siglo III, prevalece el acento de intensidad, que de manera fundamental es adoptado por las lenguas romances.

Las diez vocales clásicas quedaron reducidas a siete, por la similitud de sonido que empezó a percibirse entre ellas.

Las vocales palatalizadas, o semiconsonantes, dieron lugar a las consonantes palatales, que actualmente representamos como “Ll” y “Ñ”.

Esta clase de fenómenos abundó en las transformaciones del latín, así como fenómenos de asimilación y de absorción.

El latín vulgar perdió muchas de las palabras del latín clásico, por lo tanto la precisión que caracterizaba a esa lengua fue atenuándose poco a poco.

De la mano de esto se suman las diferencias regionales, ya existentes en el imperio y reforzadas con su caída, pues tras ésa no hubo un control sobre las variantes y cada región trasladó la lengua hasta donde le fue posible; dando origen así a las lenguas romances; las cuales tienen muchas similitudes en cuestiones fonéticas y morfosintácticas, pues son la evolución de una misma lengua.