Candil de la Calle

Estudiantes blanquiazules

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La verdad es incontrovertible; la malicia puede atacarla, la ignorancia puede burlarse, pero al final está ahí.

Winston Churchill

Es difícil sustraerse del encanto que para la gula periodística representa un hecho como éste: el gobierno de Guanajuato entregará uniformes a poco más de 300 mil alumnos de escuelas secundarias.

Gratuitos para los alumnos y los padres de familia, sí.

Pero que al parecer equivalen a una gorrita, a un delantal, a una bolsa de mandado, a un paquete de útiles escolares, a una playera… en tiempos de campaña.

Si lo hacen todos los demás —gobernadores priístas o perredistas— ¿por qué yo no?

(Esa es la pregunta que al parecer se hizo el gobernador Miguel Márquez Márquez).

Y entonces, un comité técnico decidió que los colores más apropiados, los mejores, los idóneos para los alumnos, son el blanco y el azul.

Para el gobernador el criterio es mucho más simple, así como es él, un hombre sencillo del campo: “están bonitos”, dijo en Irapuato el lunes.

Ese día, como lo hacen todos los demás (gobernadores) Márquez fue a inaugurar el ciclo escolar a un plantel educativo en Irapuato.

Unos días antes, el viernes, se supo que ya había ganadores de la licitación nacional a la que convocó el gobierno de Guanajuato para adjudicar el contrato a las empresas que deberán confeccionar los uniformes, todo por un módico costo que anda en los 90 millones de pesos.

Este gobierno nos está malacostumbrando a las licitaciones grandototas, de muchos millones, para los proyectos-bandera. Entre suspicacias y todo, porque en este país donde el diezmo es ley y la corrupción no tiene colores (o los tiene todos, incluyendo al blanco y al azul) ni modo que desaparezca el sospechosismo por contratos de semejante envergadura para dos o tres mega proyectos como el Programa Escudo de Seguridad, o el abastecimiento del Seguro Popular, o la autopista Guanajuato-San Miguel de Allende… o la confección de 300 mil uniformes de secundaria.

Pantalón azul y playera blanca. Los alumnos, no lo dude usted, se sentirán como en campaña haciendo la ola blanquiazul. “¡Sí se puede, sí se puede!”, gritarán mientras corren por las canchas de la escuela, o desfilan el 20 de noviembre.

Si es que los uniformes están listos para esa fecha.

De esto a que los alumnos reciban su lonche de juguito, manzana y torta al final de la jornada escolar, hay un pasito.

Cierto. Para muchos padres de familia representa un paliativo, un respaldo económico enorme la entrega de un uniforme escolar gratuito.

Aunque debo decir que me tocó ver que en varias secundarias locales se estaban pidiendo los uniformes como si nada, ordenando que se adquirieran en cierta tienda en particular, una que está por la colonia de Pueblito de Rocha y El Encino en la capital del estado.

¿Qué pasará con esos padres que ya tuvieron que comprar los uniformes porque se los exigieron al inicio del ciclo escolar? ¿Por qué en esos planteles se siguieron pidiendo u ordenando?

Pero vaya, ¿había necesidad de abrir un nuevo frente de conflicto o de ruido público seleccionando los colores “oficiales”?

Que porque en Veracruz Fidel Herrera los dio de color rojo, color que se usa en las campañas del PRI.

Pues… si el gobernador Miguel Márquez quiere hacer “lo que hacen todos” y parecerse “a todos”, allá él.

Pero qué necesidad.