El Laberinto

Mascarada

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(Foto: Especial)

En El burgués gentilhombre (1670) de Moliere, el disfraz es el corazón de toda la trama, primero los estrafalarios y notablemente caros trajes que el comerciante utiliza para ocultar su humilde origen, y posteriormente el traje de “El gran turco” con el que el futuro yerno lo engaña para hacerle creer que es digno de pertenecer a su familia.

El engaño del señor Jourdain (el comerciante) no prospera porque pretendía hacer creer a los mismos nobles que él pertenecía a su condición o dicho en palabras más coloquiales “quería venderle chiles a Clemente Jacques”, sin embargo, él sí es engañado porque desconocía a los originales de la representación de la que fue víctima (sinceramente, ¿quién ha visto a un Gran turco?).

No solo para nuestro cómico francés los disfraces eran importantes, el ser como seres de apariencias nos hace susceptibles a apetecer cambiar la nuestra. Aunque no siempre para lo mismo, existen desde mi punto de vista varios tipos de disfraces, dependiendo del contexto y el propósito. Así lo podemos clasificar en:

Fantasía: En el cine y el teatro sirven para hacer creíbles a los personajes simulando rasgos físicos, edades y utilizando la indumentaria que es más apropiada para la época y la condición social en la que supuestamente se encuentran. Entran en esta clasificación los cosplayers que buscan parecerse hasta el más mínimo detalle al personaje de película, comic o caricatura y las botargas. La característica de estos disfraces es que el engaño es limitado, temporal o inexistente.

Catártico : Otro uso del disfraz es ocultar o transformar la verdadera identidad de quien los porta para animarle a participar en dinámicas en las que de otra forma no se atreverían, ya sea pedir dulces durante el Halloween, transgredir las reglas sociales durante los carnavales, asaltar un banco, o incluso participar en una fila de conga durante una boda. Muchos grupos del mundo hacen sus rituales disfrazados. El exterior corresponde con una parte consciente o subconsciente del individuo, el engañado es el mismo portador y los espectadores de actos vergonzosos o poco ortodoxos.

Utilitario: Cambiar de ropa para diferentes actividades además de brindar comodidad da la oportunidad de “cambiar de canal”, como usar pants para correr o uniforme para la asistir a la escuela, también para parecer lo que en realidad somos a los ojos de los demás, no bastan los muchos años que duran las carreras de medicina o derecho, si no hay bata o traje no hay credibilidad, se espera de nosotros además de ser el parecer, aquí no hay engaño solo correspondencia del interior con el exterior.

Estafador: es tratar de aparentar lo que no se es, como el señor Jourdain; este tipo de disfraz suele engañar más al que lo porta que al resto de la gente, a menos que no se tenga idea o que se haya perfeccionado la técnica a niveles fantásticos. Aquí el exterior no corresponde con el interior, más bien lo oculta de acuerdo a los deseos del portador o de las personas a quien pretende engañar.

El disfraz entonces puede ser una diversión, una forma de externar nuestras emociones una necesidad social pero también un peligro, debemos tener cuidado de no ser los engañados, por los demás o por nosotros mismos.