El Laberinto

Acumulando

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Ahora que atravesamos el mes más consumista del año, los invito a pensar por el bien de sus bolsillos y de su integridad física, mental y social en si en verdad necesitan todo aquello en lo que piensan dilapidar sus aguinaldos, olvidando la borrachera del dinero recibido de trancazo y esperado con fervor.

Como acto fetichista pensamos que tener mucho de aquello que nos gusta o que representa nuestras aspiraciones nos convierte mágicamente en ello, así los deportistas acumulan trofeos, las amas de casa cacharros hogareños, los protectores animales, y yo (aunque odio confesarlo) acumulo libros aunque aún no se en qué me convertirá dicha manía.

Las cosas no tienen voluntad pero su posesión implica una responsabilidad en la que rara vez pensamos, el que tiene el celular fuera de sus posibilidades económicas lo cuida como si fuera su vida, la que tiene mil figuras de porcelana debe sacudirles el polvo y el que se consigue unos muebles que no caben en su casa aprender artes circenses variadas para no tropezar con ellos, así es como en el empeño de poseer acabamos siendo nosotros los poseídos.

Una soleada tarde mientras estaba comiendo oí un maullido, una cascada y un golpe seco y pensando lo peor corrí a mi cuarto, el cuadro que me encontré fue el siguiente: mi dulce gatita subió a mi librero pensando que aquel inestable cerro de libros era su trono, este colapsó, se hizo avalancha y arrastró mi pesado sujeta libros de Isabel la Católica, que fue a dar con su puntiaguda corona justo en el mueble inmediato dejando un pico clavado en la madera y un desastre en el piso, mis libros clamaron atención, orden, cuidados, espacio y creo que hasta amor o… ¿tal vez fue mi gata? O peor aún… ¿Isabel? Así descubrí que tenía un problema.

En una sociedad que tiende a normalizar una variante “cool” del síndrome de Diógenes que consiste en acumular basura y arruinar las relaciones sociales, piense antes de sacar la cartera, los vales o la tarjeta si no se está llevando a casa un problema, una tentación o un amo caprichoso.