El Laberinto

Gente de cristal

Compartir
(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Esa horrenda sensación de entrar en una cristalería, de sentir que cualquier movimiento que intente va a provocar una costosa reacción en cadena, donde la copa empujada se lleve por delante al resto, es muy similar a lo que debe sentirse estar caminando por la vida intentando no ofender a nadie, como si pudiéramos quebrarlos con un juicio inoportuno.

En “El licenciado vidriera” (1613) Cervantes cuenta la extraña historia de un licenciado que tras tratar de ser enamorado a través de una poción, se encuentra convencido de que es de cristal, que cualquier movimiento brusco lo romperá y que para evitar tal tragedia duerme en un pajar y evita todo tipo de contacto físico, aunque como ventaja todo lo que dice es tomado por correcto y por lo tanto se vuelve un personaje respetado y consultado, hasta que retoma sus cabales y vuelve a ser ignorado por todos.

Desde la segunda mitad del siglo veinte las luchas sociales que se han llevado a cabo en occidente han conseguido reivindicar los derechos de las minorías, entendiendo este término como una desventaja política y social más que numérica y esta cuestión era necesaria por el simple hecho de ser seres humanos pero en su intento por enamorarlas e integrarlas la poción que les dio la sociedad ha constituido una serie de minorías intocables e incuestionables y por lo tanto aisladas.

Que hay que respetar a los demás no está a discusión, pero ahora estamos enfrentándonos a la intolerancia a la intolerancia misma, resulta que la condición de vulnerabilidad da el super poder de tener la razón siempre y convierte a quien opine diferente en una persona equivocada, machista, homofóbica, racista o el adjetivo peyorativo de su elección.

El punto medio entre la discriminación y la “cristalización” no aparece en el relato de Cervantes, al Licenciado Vidriera lo ignoraban antes de su episodio y lo siguieron ignorando cuando este finalizó, sin importar que por un momento fue visible para todos. Podemos tomar esto como lección y tomar en cuenta a los demás sin miedo a romperlos, simplemente reconociéndolos por lo que son.