Histomagia

El Día de la Cueva

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(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

En Guanajuato se celebra el Día de la Cueva el 31 de julio, día de la muerte de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús y beatificado en 1609, nombrado patrono de la ciudad en 1616. Esta ciudad entres sierras y montañas, proporciona dos cuevas en el cerro de la Bufa al Santo Patrono para poder oficiar misas en su honor, pero también ritos paganos han sido realizados ahí. Una noche antes, la cueva principal se ilumina, haciendo que el Cerro de la Bufa resalte majestuosamente de entre el resto de las montañas en la oscuridad; muchos suben a acampar y temerariamente a pasar la noche con el viento frío y algunos aparecidos disfrutan verlos desde la oscuridad. Eso sí, a las ocho de la mañana del 31 se hace una misa en honor a San Ignacio y, después, algunos se van de día de campo familiar en la planicie más grande del Cerro del Hormiguero y otros suben hasta la parte más alta del cerro, cumbre de Los Picachos. Esta fiesta en verdad es esperada con gran fervor por los guanajuatenses, pues suben a darle las gracias por las bendiciones recibidas, pero como todos sabemos estos festejos siempre van acompañados de diversos relatos que colindan con lo sobrenatural y que muchas de las veces nos llevan a saber cosas que ni en nuestras peores pesadillas hemos visto.

Hoy, hace apenas una hora, un amigo me envió una foto que le tomó a una de sus amigas ayer por la noche, ambos fueron a acampar y a convivir con los demás campistas; el hecho es que la fotografía en cuestión muestra a la mujer cerca de la entrada de una cueva, pero al fondo se ven diversidad de rostros que la miran, entre ellos una cara de demonio que al parecer está al acecho. No olvidemos que estas montañas de Guanajuato tienen una energía que muchos la utilizan para el mal. Mi amigo me comenta que en estos momentos ella está en shock y, como el 31 es día de brujos, no se puede hacer nada, hasta ahorita ya, para contrarrestar las malas energías que la impregnaron sin darse cuenta.

Hace años supe de otra historia en la que cuatro muchachos también subieron a acampar ese día y como llovía, ellos se guarecieron en la cueva, donde hicieron una fogata y se pararon alrededor de ella para calentarse, pues el intenso frío se apoderaba de ellos. Todo iba bien, hasta platicaban de historias de misterio,  y luego empezaron a bromear con sus sombras proyectadas en el muro de la cueva: saltaban, movían brazos y piernas, se ponían cuernos, etc. tratando así de disimular su miedo. En ese instante uno de ellos se dio cuenta que las sombras proyectadas no eran cuatro sino seis… todos se quedaron inmóviles. De repente, esas sombras extrañas comenzaron a retroceder poco a poco, todo esto sin que alguno de los jóvenes se atreviera a voltear o mover un solo dedo… lo que les sucedía era increíble… ¿de quiénes eran esas misteriosas sombras? Nunca lo supieron, pero eso sí, en cuanto desaparecieron las sombras apagaron la fogata y salieron corriendo cuesta abajo y no pararon hasta llegar a la ciudad.

En verdad me hubiera gustado haber estado ahí para saber a ciencia cierta qué es lo que pasó, me hubiera adentrado a la cueva e investigar lo que había ahí. Pienso que las cosas pasan por algo o causalidad, igual y todo esto está esperando por ti para que tú seas quien lo descubra; por eso ven, lee y anda Guanajuato.