El Laberinto

Palancracia

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(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Acabo de buscar la palabra “palancracia” en internet y para mi sorpresa no existe, así que me puedo proclamar como la honrosa autora de un término nuevo que, para nuestra desgracia describe una realidad bastante vieja, la utilización de las relaciones personales para ocupar posiciones, en la mayoría de los casos inmerecidamente.

La palabra palanca describe a una maquina simple, que por medio de una barra rígida, ejerce fuerza o presión sobre un punto o al dispositivo que sirve para encender un mecanismo. En el argot mexicano se emplea para describir cualquier relación personal que conlleve una ventaja, ya sea recibiendo ayuda en un momento coyuntural como lo es agilizar un trámite o minimizar un castigo o como acceso a un empleo o posición ventajosa por un periodo de tiempo, es decir es ejercer presión para mover la maquinaria de la corrupción. Sumada con la terminación kratos nos referimos al gobierno de estas prácticas.

La palancracia no solo es injusta, pues le niega la oportunidad a individuos más capacitados o con mayor vocación a desempeñarse en el ámbito que merecerían, además es perjudicial, encontrarse con alguien que no tiene la menor idea de lo que está haciendo en cualquier momento es tortuoso y complica hasta las cosas más sencillas, minando el prestigio de las instituciones y personas que la auspician.

Así como nadie se dejaría operar por un cirujano solo porque le cae bien o le encomendaría la construcción de su casa a su primo,  que es contador, deberíamos exigir como pueblo que quienes ocupan puestos que nos afectan a todos sean personas capacitadas para hacerlo. He creado un término, está en manos de todos nosotros hacerlo caer en desuso.