El Laberinto

Un hito

Compartir

Para el realista trágico

De pronto algo es tan grande o tan significativo que empezamos a construir a su alrededor, así pasa en nuestras vidas personales y familiares, en todas las creaciones humanas, en las ciudades, en la historia de los pueblos. A este acontecimiento, descubrimiento, mejora, llegada o construcción (aquí le paramos por que puede ser cualquier cosa, mientras cumpla con lo antes dicho) le llamamos hito.

Muchas veces no reflexionamos sobre su existencia, pues lo damos por hecho, pero siempre están presentes y los podemos detectar, en el ámbito personal, reflexionando sobre cual fue aquel acontecimiento o descubrimiento positivo o negativo que puso un punto y aparte en nuestras vidas, en mi caso fue el momento en el que mi abuela comenzó a pasarme libros para después llevarme a discutirlos frente a un helado o ese año en el que comencé a elegir la música que escucho.

Sobre las historias familiares, se puede tratar de ritos de paso, pero también de cambios de residencia, de pleitos o reencuentros o de la simple compra de un televisor más grande que reorganiza la dinámica de los miembros.  

En la cuestión de las creaciones humanas la lista de ejemplos es interminable, puede ir desde un avance técnico como empezar a utilizar el carbón como combustible, la introducción del plástico a nivel industrial o la teoría de la evolución, por mencionar hechos más enfocados a la ciencia pero también es posible en las cuestiones artísticas, con el trabajo de una persona o un conjunto de personas que sientan un precedente y transforman la manera en que se venían haciendo las cosas. El Quijote de Cervantes, el disco Thriller de Michael Jackson o “Los girasoles” de Van Gogh pueden ser fácilmente llamados hitos.

En el caso de las ciudades, una construcción que puede no ser muy grande o muy importante, se convierte en un punto de encuentro, de referencia y de partida en la configuración de los espacios y la vida de sus habitantes desde sus citas privadas hasta su actividad comercial, puede ser un monumento, un edificio público, un panteón o incluso un centro comercial, el caso es que las personas que están asentadas a su alrededor no podrán ignorar su presencia.

En el caso de hechos históricos, es raro haber convivido con personas que vivieron el sismo de 1985 que no mencionen  “hasta antes del temblor tal cosa era diferente” o no notar que realmente la vida mexicana se transformó después de la Revolución o después del 68. Los grandes acontecimientos marcan un antes y un después que se ve reflejado por su carácter macro en todos los antes mencionados.

Pensando entonces en que los hitos tienen un efecto en cadena, es decir que a Darwin algo le pasó para que se interesara por la naturaleza y a su vez, este hecho debió mover a su familia, más considerando que se fue a las Galápagos, y posteriormente transformó a la biología y este cambio de paradigma impactó en las ciencias sociales, en la literatura, en la Iglesia y las políticas públicas y probablemente generó movimientos sociales y cambios en la vida de los individuos comunes y corrientes. Todo muy esférico, como me gusta.

El punto hasta aquí, es que me quedé pensando si solamente lo grande tiende a organizar a lo pequeño como un centro de gravedad y la respuesta es no. Todo lo pequeño que se hace con constancia o que se suma a lo largo del tiempo también puede provocar que en algún momento suceda lo grande,  al fin que una avalancha puede comenzar con una bola de nieve, una gran historia con un hola o un gran libro con un pésimo cuento escrito a los doce años. Da que pensar e incluso puede sonar esperanzador.