Histomagia

El regalo

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Guanajuato ha estado siempre rodeada de misterios que rayan en lo mágico. La ciudad es realmente una veta de historias que no terminan de sorprender hasta al más avezado. Me habían contado historias de callejones, desde el de Perros Muertos hasta el del Infierno, históricos lugares que han obtenido su nombre de hechos sobrenaturales que han sucedido ahí, pero de cosas que se materializan de manera inexplicable, nunca.

Me cuenta mi amigo Toño que cuando iniciaba la reconstrucción y remodelación de su casa en el Callejón del Infierno, las primeras veces en que se quedaba solo a dormir ahí -su esposa estaba en casa de su mamá-, le sucedió algo que no atina a definir. Me dice que una de esas noches, dispuesto ya a irse a dormir, le habló su contratista para decirle que necesitaban dinero para poder seguir con la obra, Toño no sabía qué responder y mientras hablaba con él confirmándole que mañana le daría los 8 mil pesos que le pedía, se preguntaba qué iba a hacer o cómo podía conseguir ese dinero pues, al momento,  no tenía absolutamente nada de efectivo disponible en casa y ni en el banco, sin embargo, en ningún momento se negó a realizar el pago y por fin la casa de sus sueños estuviera terminada. Colgó. Así que con el insomnio provocado por esa preocupación, pensaba y pensaba cómo hacer para obtener el dinero y pagarle al arquitecto y no, al parecer, todas las oportunidades ya se habían esfumado. En eso estaba, lamentándose de su situación, cuando de pronto escucha que en la primera planta de la casa se encienden, a todo volumen, la radio y la televisión; eso no le sorprendió, pues este fenómeno era pan de cada día y siempre respetaba que el espíritu o lo que fuera hiciera sus actividades nocturnas, pero ese día no estaba de humor y cansado de que ya le sucedieran esas cosas, molesto por la situación vivida, le gritó a ese ser: “Ya no me molestes, hijo del tal por cuál, cállate y mejor dame el dinero que necesito”. En instantes todo quedó en silencio. Toño entonces por fin se dispuso a dormir.

Enfadado de tener un insomnio desolador y sólo dar vueltas en la cama, Toño se levanta y de inmediato se metió  bañar, cuando se estaba vistiendo, buscó en los cajones de la cómoda unos calcetines limpios, los tomó y cuando se los iba a poner, observó que había algo adentro del calcetín, una especie de rollito, extrañado lo sacó y vio que era dinero. Él pensó que seguro su esposa tenía su guardadito e imaginó las causas del porqué no le había dicho nada. Al contar la cantidad, cuál fue su sorpresa: eran ocho mil pesos, lo que exactamente necesitaba para darle a su Arquitecto. Sin falta los tomó y al día siguiente le dio ese dinero al contratista, no sin antes haber pensado en decirle a su esposa el por qué los había tomado. Y así lo hizo. En cuanto la vio, le dijo que no se fuera a molestar con él, pues, por la premura, había tomado el dinero para pagar la continuidad de la construcción. Su esposa, absorta ante lo que le estaba diciendo, sólo atinó a decirle que ella no tenía ningún guardadito y que de haberlo tenido le habría informado;  de hecho esos calcetines los acaba de lavar, los dobló y los guardó en su cajón como siempre, pero no tenía nada de dinero. Al instante, Toño y ella se quedaron extrañados y muy asustados por la experiencia, pues no comprendían por qué y quién los había ayudado a salir de ese brete. A la fecha no sabe a quién agradecerle ese favor, y lo piensa y repiensa en su hermosa casa, ya terminada, del Callejón del Infierno.

Pareciera que hablar de cosas sobrenaturales nunca van a traspasar dimensiones en donde se materialicen cosas, pero en este caso -y de seguro en muchos más-, el dinero apareció en el momento justo que Toño lo ansiaba. Regalos así, han sido parte de la diversidad de historias que suceden en esta encantada ciudad, ¿quieres conocerlas? Ven, lee y anda Guanajuato.