Ecos de Mi Onda

La Basura

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A esconderse que ahí viene la basura… ya se acerca el basurero que se lleva lo que no sirve pa´na.

Cha cha cha de Jorge Zamora “Zamorita”

Por basura definimos todo aquello que se considera un desperdicio sin valor y que por lo tanto es desechable y se decide que tiene que ser depositado en un lugar en el que debe confinarse para que no provoque un cierto malestar en el entorno: el basurero. El término basura proviene del latín verrere que significa barrer, asear, limpiar y se fue deformando en el llamado latín vulgar a versura, que suena parecido a la palabra castellana basura. Sería entonces un pleonasmo decir barrer la basura.

La basura es pues una cosa, un objeto relacionado con las actividades humanas, que alguien determinó que ya no tiene valor y por tanto decidió desecharlo, desprenderse del mismo, ya sea porque le molestaba el olor, tratándose de un material orgánico susceptible de descomponerse, porque ya no le era de utilidad, o sencillamente porque le estorbaba y lo califica como despreciable. La variedad de cosas que en un momento dado podemos estimar como basura son incontables y van desde los desperdicios domésticos que se generan cotidianamente, hasta residuos complejos de materiales radiactivos producidos en una planta nuclear. Por basura podemos pensar en un par inútil de zapatos desgastados, pero también en unos zapatos que al propietario después de haberlos usado sólo una vez dejaron de gustarle, lo que conduce entonces a un significado relativo, con un componente potencial de arbitrariedad.

Sin tener entonces una idea clara del concepto y además con una creencia absurda imbuida en gran parte de nuestro medio, incluyendo gente pudiente y de bajos recursos, de que la basura sólo la recoge el basurero, y de que barrerla y manipularla únicamente corresponde a estratos sociales que discriminadamente consideramos sucios, nos atrevemos a afirmar que es importante el aseo en nuestros hogares, pero de la puerta y hacia afuera ya no es nuestro asunto, que la limpieza urbana no es de nuestra incumbencia y descargamos la responsabilidad en el gobierno. Los malos hábitos surgidos de esta visión distorsionada, llegan al grado de sostener que tenemos el derecho de tirar basura en calles, callejones, plazas, jardines, escuelas, transportes, hospitales, o en cualquier espacio público, y de que el gobierno está para recogerla.

La acumulación de basura en la ciudad es sinónimo de desinterés civil y se ramifica en diversas vertientes y efectos de acuerdo a la forma como la población experimentó su surgimiento. El desinterés social es síntoma de un problema grave no debidamente diagnosticado y al que se le aplican reiteradamente tratamientos equivocados.

Se puede reflexionar mucho sobre las condiciones que producen un determinado efecto nocivo en el seno de una comunidad. Se puede decir que los individuos que son elegidos para gobernar una ciudad surgen de la misma sociedad de esa localidad, normalmente se conoce la trayectoria del alcalde electo y de su equipo de trabajo y la población puede aventurar conjeturas sobre los resultados que se obtendrán en ese mandato.

Cabe destacar que los gobiernos instalados en todos los niveles en nuestro país, no se distinguen por preparar, presentar y operar un plan de desarrollo, con proyectos específicos para la atención de áreas prioritarias, que integren objetivos, metas, estrategias, recursos requeridos, perfil del equipo humano responsable, sistema de evaluación y planes de contingencia para corrección de errores u omisiones, por lo que aventurar conjeturas, incluso para los mismos gobiernos es como consultar la bola mágica del agorero y con gran frecuencia estos gobiernos se van ocupando en resolver los problemas conforme a la urgencia con la que se van presentando, es decir, con una improvisación que raya en la ineficacia.

Así, de alguna manera, un determinado gobierno viene siendo reflejo del buen o mal estado en el desarrollo de una sociedad, que si no está alerta y empieza a ser indiferente, da lugar a la corrupción y a la impunidad que se va filtrando progresivamente, y puede ser entonces aprovechada por algunas autoridades y sectores sociales para beneficio de sus propios intereses, olvidando el beneficio de la comunidad en un marco de justicia y equidad, que es el mandato constitucional que se juramenta cumplir. 

Por desgracia en el país se han incubado sistemas de gobierno, que en lugar de ocuparse en impulsar el desarrollo integral de la sociedad, mejorando la educación y la cultura, así como fomentando proyectos estratégicos generadores de bienestar, se han dedicado a establecer un blindaje a las actividades funcionarias que han desencadenado el enriquecimiento ilícito en complicidad con malos empresarios, en asociación delictuosa para brindar beneficios tributarios, asignación de obras en las que priva pésima calidad y costos exorbitantes, permisos para establecimiento de negocios irregulares, entre muchas otras acciones caracterizadas por la opacidad y la sospecha de delincuencia de cuello blanco.

Cuando las autoridades ceden terreno frente a la delincuencia, el resultado es su debilitamiento, al grado de correr el riesgo de verse sometidas de facto ante fuerzas superiores anónimas. El establecimiento y continuidad de una coyuntura de esta naturaleza produce basura que se barre bajo la alfombra, hasta que libera olores nauseabundos inocultables. Este proceso no es desapercibido por la sociedad, conduciendo a reacciones sociales diversas, y mientras una fracción de ciudadanos tratan al menos de conducirse dentro de los límites institucionales, otros participan en grupos políticos organizados o se instalan en la apatía de una zona de confort, y otros más tratan de replicar la ilegalidad surgida de la clase política, pero a pequeña escala, en empresas informales o incluso delincuenciales. La corrupción permea creando dudas, sospechas, resentimientos y marginación, a lo que sigue la delincuencia y la violencia, en medio del patente deterioro de la autoridad moral para frenar las consecuencias criminales.

En medio de la zozobra de miles de ciudadanos preocupados por tratar de conseguir un empleo estable que les posibilite un ingreso decoroso, de ir y regresar del trabajo en medio del peligro de ser asaltados con violencia, de no ser víctimas colaterales de los enfrentamientos entre criminales y policías, o incluso de ser injustamente acusados de un delito que efectivamente no cometieron, pero se encontraban en el momento y lugar equivocado, viviendo en barrios en los que la venta y consumo de alcohol y drogas es palpable con el riesgo que esto conlleva, con unas autoridades que una vez electas se muestra arrogantes, unas veces corruptas y otras veces ineficaces, sin voluntad política para resolver los problemas acuciantes que oprimen a la sociedad con fuerza creciente, puede parecer lógico que el asunto de la basura, aun cuando resulta bastante incomoda, pase a un segundo término.

Pero no podemos caer en esta trampa, pues la acumulación de basura es símbolo del deterioro de la autoridad institucional y del tejido social, pero barrer puede ser la metáfora del cambio integral para reconfigurar una comunidad pacífica, próspera, culta y educada. Sólo los humanos producimos desperdicios que la naturaleza no puede digerir (Charles J. Moore), y la inserción cultural de conceptos y acciones sistemáticas claras, puede llevar a convivir en espacios públicos y privados cada vez más limpios, pero principalmente trascender hacia el desarrollo de una población consciente, inteligente y comprometida.

A grandes males, grandes remedios. Guanajuato está llamado a diseñar y operar un sistema ejemplar para el manejo integral de la basura generada en los espacios de la cañada y de la planicie del sur, con base en una participación activa y una responsabilidad común pero diferenciada, entre los sectores sociales, empresariales y las autoridades gubernamentales, en los hogares, escuelas, mercados, talleres, hospitales, oficinas y empresas de todos los giros instalados en la ciudad, iniciando con una imprescindible campaña de información y concientización a todos los niveles, pero particularmente entre niños y adolescentes, mediante un proyecto que impulse una cultura renovada de gran impacto.

El principio es impulsar el cumplimiento de la regla de las cuatro R, que implica cuatro acciones básicas: reducir, reutilizar, recuperar y reciclar, llevadas a cabo bajo la responsabilidad compartida entre la sociedad y las autoridades municipales, además de la necesaria actividad de separación y clasificación de los diferentes tipos de residuos. La idea central es que el manejo integral consiste no sólo en la responsabilidad de recolección y depósito de basura en los espacios de confinamiento, sino atender el problema hasta el reciclaje, promoviendo la inversión local de financiamiento de empresas recicladoras, generadoras de recursos y empleos especializados.

Para ver los beneficios inmediatos de impulsar una campaña de manejo integral podemos partir de una base sencilla. Si los ciudadanos nos comprometiéramos únicamente en dos acciones: 1) reducir la basura generada, y 2) separar y clasificar la basura, contando con contenedores específicos para depositar los diferentes tipos de basura, se tendría la plena seguridad de que los residuos metálicos, vidrio, papel y cartón, PET y otros plásticos, y varios (telas, pilas, madera, entre otros), alguien (cualquier ciudadano) se encargaría de recogerlos y transportarlos en un plazo mínimo para su confinación y destino. Sólo quedaría pendiente la recolección de los residuos orgánicos, aun cuando de los cuales se puede generar energía y composta.

Sin embargo en este principio básico hay un pero mayúsculo, ese alguien, potencial recolector es la entidad (mezcla de funcionarios públicos y del sector privado) que actualmente obstaculiza la funcionalidad de los procesos, pues antepone los intereses de capitalizar la basura para fines particulares y de grupo, teniéndole realmente sin cuidado tanto la limpieza de la ciudad, como el bienestar y recuperación de la salud del tejido social.

Confieso que tras reflexionar sobre este cuadro situacional me gustaría continuar, pero como químico enfocando ahora el trabajo hacia la parte técnica de planeación y operatividad, pero considero que esto estaría sujeto a pulsar de alguna forma, el interés y voluntad real por resolver el problema de la basura en Guanajuato.