Histomagia

Diego y su infortunio

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Caminar sin rumbo, es lo que muchos espíritus, fantasmas y espectros, hacen en esta mágica ciudad. A veces los ves que caminan erráticos como si fueran personas distraídas, pero no, son seres que tuvieron el infortunio de estar en donde no pertenecen, en donde no serían bienvenidos si todos se dieran cuenta que ya están muertos.

La vida en Guanajuato está llena de pensamientos mágicos, se invoca la magia al esparcir por el viento la bienaventuranza de los seres que uno ama, cuida, y con el solo entender que los seres ancestrales vendrán a ayudarnos en nuestras cuitas y desazones. Los que saben dicen que las almas en pena realmente no están en pena, si no pendientes de aquéllos que se quedaron aquí en esta tierra esperando el desenlace final que los llevará con ellos al término de su vida, por eso, aunque uno no los vea, ellos se encuentran a nuestro lado, eso pensaba Diego, el hijo de mi amiga Laura, pero a la mala, se dio cuenta de su error.

Laura es una hermosa señora que vive cerca de mi casa; ella siempre ha estado ahí para cuando puede ayudar, por ello, sé que es una persona confiable. Ella vive sola con sus hijos, pero uno de ellos, Diego, siempre ha tenido el don de escuchar y ver cosas que pocos son los afortunados o desafortunados que pueden vivir estas experiencias.

Me cuenta Laura que una de estas noches calurosas, Diego estaba en su cuarto, ocupado en su computadora. Su cuarto se ubica al final del pasillo de la cocina que tiene una parte del piso despegado, por lo que cuando alguien pasa, se escucha de inmediato el ruido que hace al moverse esa pieza del suelo. Absorto en lo que hacía, Diego escucha de repente que el piso suena, piensa para sí mismo que es su mamá, esperando que Laura entrara fijó la mirada en la puerta, y contando más o menos el tiempo de llegada a la puerta de su cuarto, no arribó nadie. De inmediato cerró su laptop, y se dirigió corriendo a la recámara de su mamá quién a su vez había pensado que él había sido quien había movido con sus pasos el piso suelto de la cocina, sin preguntar y al verlo lívido, Laura lo deja quedarse con ella esa noche en su cama.

Situaciones como ésta son las que vive Diego cotidianamente, así que todos ya sabían de ese extraño don, pensaron que en la familia sólo él tenía esas experiencias extranormales, hasta que un día llegó un tío a trabajar para Laura, le iba a hacer unas modificaciones de obra en la casa, y como se iba a quedar solo unos días con ellos, no le dijeron nada del caso particular del espectro que se aparecía en la casa. De hecho, esa mañana estaba tan enfocado en su trabajo que no escuchó ni vio nada; pero cuando ya era hora de descansar, el tío se sintió cansado y se fue a dormir al cuarto de Diego, lugar asignado por su hospitalaria pirma. Rápidamente se acomodó entre las sábanas, listo para descansar, apagó la luz y comenzó su duermevela. Sintió como alguien se deslizaba literalmente por el pasillo, pues esta vez, ese espíritu no tocó el piso, y se fue a sentar a un lado de él en la cama, el tío abrió los ojos y no vio a nadie en su cama, solo escuchó un gesto de desagrado, como si ese espectro se hubiera enojado porque no estaba Diego en su cama, pues para el fantasma ahora estaba ese extraño, esa persona que ni se inmutó al sentirlo, pues el tío, como estaba tan cansado, no sintió terror o el mismo impacto que su sobrino cada noche. Laura dice que ese primo tiene muy desarrollado su sexto sentido y puede ver y hablar con los seres espirituales tanto buenos como malos, solo que esa vez no dijo absolutamente nada, solo atinó a ver cómo se levantaba una sombra grisácea y se iba por donde llegó: por el pasillo de la cocina pues esta vez sí escuchó que la pieza suelta del piso se movió, el espectro se fue molesto, el tío cerró los ojos, y se quedó dormido.

Laura me dice que es posible que ese viva de la energía del horror y miedo que provoca en sus víctimas, los que saben dicen que sí, que ellos vivirán en tanto más les temas, por eso le dije a Laura que hiciera una limpia en su casa, ya que al estar ella contándome esta historia, sentí claramente cómo alguien me echaba aire en la nuca y en el oído, mi reacción fue de sorpresa, no terror, además que le recordé al espíritu que este no es su lugar, que no pertenece aquí, espero sí me haga caso y se vaya de esa casa. Mientras… ¿quieres conocer la casa de Diego? Ven, lee y anda Guanajuato.