Histomagia

Sueño macabro

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Las historias donde para hechizos y malocha se pide ayuda a los muertos son en verdad escalofriantes. Se sabe a voces que esto es una práctica muy común aquí en Guanajuato, si de repente te enfermas o a alguien de tu familia le pasa algo malo, o si de pronto tienes una mala racha, se dice que te aventaron un muerto o que traes un muerto. Yo no creía en eso, pero después de conocer la historia de mi amigo Memo, me quedé atónita, no puedo creer tanta maldad.

Cuenta Memo que él trabajaba en Romita, como Historiador había conseguido un muy buen trabajo allá, pueblo cercano a Silao. En verdad le iba muy bien, pero su perdición fue cuando, cansado de tantos viajes a diario a Guanajuato y dados los peligros de aquél entonces en la carretera libre a la capital, decidió rentar un cuarto en Silao. Alguien, no recuerda quién, le dijo de la casa de la señora Lilia en pleno centro, Memo pensó que era su día de suerte, pues encontrar un cuarto en ese lugar estratégico y sobre todo con cochera, no cualquiera. De inmediato fue por la noche a conocer la casa y a la dueña. Llegó a esa casa. La casa era antigua, hecha de adobe, con puertas y portón de madera olorosa a antiguo, eso sí, pintadita de color naranja rústico, en lo que cabe muy bien conservada. Tocó la puerta con la aldaba de león que pareciera lo esperaba, igual que la dueña: ella abrió el portón y le dio la bienvenida, diciéndole que lo esperaba, que pasara para mostrarle su cuarto. Ante tal ´presteza, Memo quedó maravillado y de plano y antes de conocer el cuarto, hizo el trato y quedaron en que se quedaba mínimo un año, primer Dios y no le rescindan el contrato con la Biblioteca de Romita. La señora Lilia era una señora entrada en años, pero bonita aún, su belleza tal vez se debía al blanco rostro y ojos tapatíos, además su cabello, era aún prácticamente negro, con algunas canas saliendo de sus sienes. Memo reparó al instante de esa belleza, y conociéndose, pensó que no se iría viva. Pobre Memo, qué inocente. Ella lo pasó a la salita para dar lo últimos detalles al contrato de renta y pagar, mi amigo congraciado y enamorado de su belleza le aceptó un té que ella le traía de la cocina rústica mexicana antigua, “para cerrar el trato”, le dijo, pero Memo no se fijó en un detalle, tal vez por su entusiasmo y frenesí de tan bella mujer, sólo él tomó té. Se despidieron esa noche, y mi amigo quedó en llegar con sus cosas la noche siguiente, ah, pero antes, ella le comentó que era difícil encontrarla por las mañanas y tardes, que lo más seguro es que siempre la vería por la tarde noche, pues sus labores en la iglesia no le dejaban espacio en el día. Memo le dijo que no habría ningún problema pues él saldría a las siete de la mañana y regresaría a las seis o siete de la tarde, ya en la tarde noche, pues. Se despidió esa noche, y la señora Lilia esperó a que se subiera a su carro y se retirara. Memo la saludó desde su carro, la señora Lilia le sonrió, y mi amigo por un segundo le vio otro rostro más viejo, de anciana, con pelo blanco. Él lo atribuyó a su cansancio, de seguro las cervezas que se tomó le estaban jugando una broma. Pero no era así.

La siguiente noche Memo llegó con sus pocas cosas a la casa, el portón estaba abierto, le extrañó, pero supuso que ella lo había dejado así para que no se le dificultara el entrar a su nueva casa;  metió su auto, se bajó del carro y caminó el largo pasillo para llegar a su cuarto que era el del forno. Al pasar por la puerta del cuarto de Doña Lilia logró percibir un olor fétido, como de muerto, y escuchó murmullos como de cánticos antiguos, pensó que tal vez era que ella estaba rezando, y el olor lo atribuyó a las viejas cañerías del pueblo. Siguió su camino, entró a su cuarto, dejó las cosas en su cama, se recostó y al instante se quedó dormido. Y sueña. Soñó que la vida en la ciudad de Guanajuato era muy aburrida, la vida con su esposa Cristina, era monótona, sosa. No importaba nada, ni sus hijos ni su trabajo, en el sueño el se sentía libre de todo, ese sentir sólo le duró segundos pues de inmediato volteó cuando alguien le llamó: “Memo, voltea, soy para ti”. Mi amigo volteó y vio como estaba ahí, una joven hermosa, de rostro conocido, con menos años, pero conocido, de pronto se dio cuenta de que era Doña Lilia, pero en ese sueño ella no estaba sola, estaba con un ser descarnado de olor fétido, que la custodiaba y protegía de lo que fuera. Memo, en sueños, recordó ese olor de su paso por la puerta de ella al dirigirse a su cuarto. Quiso despertar, pues el espanto creció cuando el espectro lo tomó con su mano putrefacta y lo acercó al rostro de Doña Lilia, quien esperaba sellar esa unión con un beso. Memo quiso besarla, el deseo se apoderó de su cuerpo que a estas alturas se estremecía como nunca lo había sentido, pero su deseo se volvió frío cuando miró a Doña Lilia serpenteando entre sus brazos, ya no era una mujer, completamente transformada sus brazos eran tan largos que lo rodeaban por completo. Quiso despertar otra vez, pero no pudo, intentó soltarse de los brazos amorfos de Doña Lilia, el espectro muerto lo miró con los ojos rojos indescriptibles como de coraje de miedo, no supo, pero en ese momento despertó sudoroso, y en el piso, de un cuarto avejentado, sin ventanas, sin cortinas, ni cama ni nada. Se puso de pie, pensó que seguía soñando, pero se dio cuenta de que la casa estaba completamente en ruinas y abandonada, su carro lo esperaba solo a unos metros de él, Memo, sacudió su cabeza, tomó sus cosas se subió al auto y salió de esa casa para nunca más volver.

Memo le atribuye las alucinaciones al té que le dio a beber esa primera noche Doña Lilia, pero él jura y perjura, que todo lo que vivió al conocer y hacer el trato de renta y darle el dinero, fue real, tan real como el dinero que encontró días más tardes en la parte de abajo del asiento de su carro. Nunca supo qué fue lo que pasó realmente.

Yo creo que fue a otra dimensión donde los espíritus de los muertos reinan y cobran sus cuotas por ser utilizados en salmodias y hechizos para vulnerar la voluntad del ser deseado, deseos sórdidos inevitables de los seres híbridos que conviven con nosotros – como Doña Lilia- en este mundo real, tan real como estas letras que te narran lo que sucede acá, estas historias que nos hacen saber que nunca estamos solos y convivimos con todos los seres que viven y han habitado esta tierra y el universo entero. ¿Quieres conocer Silao? Ven, lee y anda Guanajuato.