Histomagia

Aguas mansas

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Guanajuato es una ciudad colonial situada en una cañada que siempre, cada año, espera las lluvias; sí, siempre busca que el agua caiga del cielo, por eso tiene varias presas que ayudan a la ciudad a cuidar de sus habitantes para que no sufran las sequías de que repente aparecen como remolinos de tierra seca recordándonos que hay que valorar el agua que nos mandan Dios y la naturaleza. Así la vida en esta ciudad depende del agua de lluvia que llena las presas y los mantos freáticos subterráneos, por eso bendita el agua que cae del cielo, pues puede darnos una vida limpia, fresca, comida también fresca pues los sembradíos del Bajío son la bendición para sobrevivir.

Sus presas han sido testigos de la muerte de muchas personas que misteriosamente aún tienen vínculos con este mundo. En varias Histomagias he dado cuenta de algunas personas que han muerto ahogadas en esas presas en donde al parecer, no solo es el agua mansa, sino lo que está debajo que se los lleva para que permanezca ahí, en las profundidades oscuras que esperan también año con año esa agua que tiene ya millones de años reciclándose en el cielo y en la tierra, en este globo azul que es este planeta,  y así, de ese mismo modo, las almas se quedan aquí, esperando seguir en este plano en esas humedades que recrean cada momento la libertad, la tranquilidad y el silencio de ahí abajo, donde conviven todas las almas que por voluntad o no permanecerán eternamente en ese lugar, en el preciso lugar donde dieron su último respiro, sus últimas burbujas que salen a la superficie y que cuando las vemos pensamos que son peces, no, no lo son, son ellos que viven su muerte ahí.

La muerte en agua es una de las más difíciles de aceptar porque siempre piensas que cada uno tiene en su ADN la salvación en ese medio porque estuvo desarrollándose en agua antes de nacer, por eso los que saben dan explicaciones de que tuvo que haber una causa extranormal que esos desdichados no les haya permitido salir a la superficie a respirar, en su desesperación de no recordar en la memoria del cuerpo ese momento de ser creado por nuestras madres, por eso, dicen,  esa muerte en agua es tal vez el círculo de la vida que se cierra, nos creamos en agua y morimos en agua, al menos quien por voluntad muere lo piensa,  o los de por “accidente” descienden al fondo de la presa, el río, lago, laguna, o mar…recordemos que nada sucede por accidente, siempre hay causalidades no casualidades.

Así, el misterio de las aguas mansas que hablan con la muerte es el espejismo que llama a los atormentados, a los arrojados, a los atrevidos que quieren salvar a otros y perderse en la inmensidad de la cuenca. Pienso que la tristeza que ellos demuestran en sus voces ahogadas por esas burbujas que aparecen de vez en vez en la superficie, así como las figuras espectrales que caminan sobre el agua viendo una y otra vez hasta la eternidad el preciso lugar donde eso que está debajo no los dejó salir a respirar; esas aguas llevan a los espíritus de los antiguos que atendieron al llamado de las ondinas, de otros seres, que los que quieren venganza de los que quieren no estar en soledad.

Si observas bien cada que vayas a la Presa de la Olla o de la Esperanza los notarás en el preciso momento en que el sol se va metiendo, los rayos de sol cayendo muestran por sólo un instante a varios espíritus que caminan sobre el agua, buscando una y otra vez el lugar preciso en donde quedaron varados en la profundidad, lo encuentran y ahí se quedan, viendo su reflejo en esas aguas mansas, añorando otra vida, que ven desde la distancia, allí donde los vivos no los ven o no los quieren ver. No, no alucinas, ellos siguen aquí, en este plano, tratando de explicarse el por qué de su muerte, aunque ya sepan que es esa agua mansa la que está en su alma muerta en humedades. Ven, lee y anda Guanajuato.