Vivir la dignidad

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LAS COSAS COMO SON (columna de asuntos terapéuticos)

Jorge Olmos Fuentes

Hoy tenemos cuentos para adultos. Para iniciar, quisiera relatar un cuento de enseñanza que se titula “Rezando para que llueva” y a la letra dice:

Se cuenta entre los sabios que hubo una vez una gran sequía en Qasr al-Arifin, y la gente se dirigió al maestro Bahaudin Naqshbandi, rogándole que orase a Dios pidiendo lluvia. Bahaudin los condujo a través de las calles hasta que llegaron a un lugar donde una mujer estaba sentada, cuidando a un niño pequeño que tenía en sus brazos.

—Te pido que alimentes a este crío —dijo el maestro.

—Yo sé cuándo alimentar al niño —dijo la mujer—, ya que soy su madre. ¿Por qué te ocupas de cosas que están dispuestas de un modo del cual no sabes nada?

Bahaudin ordenó que las palabras de la mujer fuesen escritas y leídas a la multitud.

Un segundo cuento.

Es relatado por el maestro Rumi, y por otros, que un día, Isa, el hijo de Miryam, caminaba por el desierto cerca de Jerusalén con un grupo de personas en las que la codicia aún estaba fuertemente arraigada.

Le rogaron a Isa que les dijese el Nombre Secreto con el que revivía a los muertos.

El dijo: “Si se lo digo, ustedes abusarán de él.”

Ellos dijeron: “Estamos listos y preparados para tal conoci­miento; además, reforzará nuestra fe.”

“No saben lo que piden”, respondió, pero les dijo la Palabra.

Poco después, esta gente se hallaba caminando por un lugar desierto cuando vieron un montón de huesos blancos. “Pongamos a prueba la Palabra”, se dijeron los unos a los otros; y así lo hicieron.

Tan pronto como la Palabra fue pronunciada, los huesos se recubrieron de carne y se transformaron nuevamente en una vo­raz bestia salvaje que los destrozó.

Aquellos dotados de razón comprenderán. Aquellos con poca razón, pueden adquirirla mediante el estudio de este relato.

Un último cuento.

Un mendigo se acercó al califa Marwan y le pidió que por caridad le hiciera un donativo.

—Dirige tu solicitud a Alá —dijo Marwan.

—Ya lo he hecho y me ha sido devuelta diciendo: ¡dirígete a Marwan! —observó el mendigo.

—Al fin, encuentro un hombre que se da cuenta de que cada cosa tiene que seguir los procedimientos adecuados. Sería magnífico que la gente estuviera aquí presente, y pudiera comprobar este principio.

Y, consiguientemente, premió al mendigo.

Los cuentos de enseñanza muestran las cosas como son desde un punto de vista inesperado, sin embargo cierto, absolutamente cierto. Sólo hay que esperar a que produzcan, en cualquier instante, su efecto. Se hace mucho con recordarlos; eso es suficiente. Por último, recordemos que Hay tres cosas que no pueden ser recuperadas:

La flecha que ha sido lanzada por el arco.

La palabra dicha irreflexivamente.

La oportunidad perdida.