El dolor de vivir llevado al teatro: “Tío Vania” de Chéjov

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39 FESTIVAL INTERNACIONAL CERVANTINO

Benjamín Pacheco

Guanajuato, Gto. 14 de octubre de 2011.- La frustración ante los sueños no cumplidos, dentro de un juego de apariencias que se prolonga por años para culminar en vidas gastadas, son algunas de las temáticas planteadas en la obra de teatro El Tío Vania, presentada en la edición 39 del Festival Internacional Cervantino (FIC).

Maly Drama Theatre del director Lev Dodin presenta "El Tío Vania" en el 39 FIC (Foto: Especial)

La pieza, de la autoría del reconocido dramaturgo ruso Antón Chéjov y retomada por el Maly Drama Theatre del director Lev Dodin, fue representada en el Teatro Principal de la ciudad de Guanajuato.

El Tío Vania se caracteriza por ser un viaje de tres horas a través de la infelicidad de personajes de distantes condiciones sociales, quienes expresan sus anhelos, desgracias y fracasos —junto con algunos escasos momentos de felicidad— en una hacienda de la Rusia de finales del siglo XIX.

La trama gira básicamente alrededor del profesor Serebriakov, su hija Sonia y su segunda esposa Elena; así como el Tío Vania y el doctor Astrov.

Serebriakov es un profesor retirado, enfermo de gota y malhumorado, quien creyó durante muchos años que era alguien destacado por sus artículos de apreciación de arte; contrae segundas nupcias con la bella Elena, quien en un principio lo admiró por creerlo un sabio y estuvo dispuesta a sacrificar su juventud aunque constantemente es cortejada.

Sonia, hija del profesor y trabajadora de la hacienda para ayudar a su padre para que desarrolle una vida intelectual, tiene baja autoestima por considerarse fea y está enamorada del doctor Astrov, aunque no es correspondida.

Astrov, por su parte, es amante de la naturaleza y corteja a Elena, pero es rechazado por ella; y el Tío Vania, quien durante 25 años admiró al profesor y trabajó para él por poco dinero, será el principal catalizador para que surjan las emociones largamente reprimidas.

La pasión de la obra se desata al momento en que el Tío Vania descubre que el profesor es un farsante y está decidido a vender la hacienda, por lo que intenta asesinarlo aunque falla en dos ocasiones. Frustrado, Vania también intenta suicidarse con morfina aunque tampoco lo logra.

De manera paralela, Sonia dará cuenta que el doctor Astrov jamás estará con ella; y éste, que tampoco podrá amar a Elena. Al final, Serebriakov regresará a la ciudad y Vania, ya reconciliado, se resignará a seguir trabajando en la hacienda.

El Tío Vania deja una sensación de haber apreciado el abandono en una serie de personas que tratan de encontrar el sentido de la existencia en una zona rural, dentro de un ritmo naturalista o realista —según la perspectiva crítica con la que se aprecie—, tras confesiones y sorpresas que rayan en la violencia y el reclamo.

Para Lev Lodin, de origen siberiano, está clara la intención de la obra y que pudo ser captada por los asistentes a la misma: “es una simple pero eterna melodía con simples pero eternos temas”.