Literaria

Las vanguardias vistas en la literatura

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Las vanguardias, mejor conocidas como “ismos”, son mucho más reconocidas y estudiadas en las artes plásticas que en las otras manifestaciones artísticas como la literatura y el teatro, aunque esto no significa que la fuerte influencia de las vanguardias no haya sido absorbida también por estas artes.

Estos estilos artísticos revolucionarios que se rebelaban contra los estilos académicos y elitistas porque convertían al arte en un entretenimiento “burgués”, marcan un nuevo canon al que muchos artistas se unen, cambiando las reglas tanto para los artistas como para los espectadores y lectores del arte.

En el caso de la literatura, marcan tendencias nuevas de escritura figurativa, por ejemplo, en donde la poesía forma a través de la impresión del texto figuras identificables con la mirada del lector (una rosa o un sombrero, por ejemplo), a las que el título alude, estas formas que proyectaban regularmente la figura a la que el título hacía referencia son llamados caligramas.

El futurismo, por ejemplo, utilizaba la técnica de expresión a la que llamó “palabras en libertad”, donde los signos de puntuación ya no tienen la menor presencia dentro del texto, pues son reglas inútiles que para los poetas futuristas restan capacidad al lenguaje de expresar la vida contemporánea tan ágil y tan llena de movimiento que se vivía en su actualidad.

Muchas de las vanguardias también omiten por completo la sintaxis tradicional, creando su propia sintaxis en cada poema, incluso en cada una de las frases que componen a la unidad literaria.

Una característica distintiva de la escritura vanguardista, es por ejemplo prescindir de las partes que califican al discurso, por ejemplo los adjetivos o lo adverbios, dejando sólo a los verbos expresar acciones en sentido único y a los sustantivos o nombres referir a las cosas con más libertad hacia el lector, no para darle una obra de arte ya terminada y acabada sino dándole una oportunidad de hacer a su perspectiva parte de la obra.

Con esta idea, de que el espectador o lector tiene que ser no sólo un contemplador sino un partícipe del arte, el “burguesismo”, contra el que se rebelaban los artistas de vanguardia, queda opacado casi por completo, pues ya no sólo los “conocedores del arte” tenían oportunidad de acercarse a ella, ahora todo el pueblo podía leer, intentar entender y reinterpretar el arte cada vez que se acercaba a una u otra manifestación artística, entendiendo a ésta como una posibilidad lúdica de recreación y no como una opción inalcanzable y destinada sólo para los ricos y estudiosos académicos.