En los templos de Guanajuato vuelve a vivir la pasión de Cristo

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Carlos Olvera

Guanajuato, Gto. 07 de abril de 2012.- Tanto en la escenificación de las Tres Caídas como en las procesiones, miles de capitalinos participaron en los principales templos de la capital, donde también los fieles reconocieron la labor de las hermandades de  cargadores que pasearon a los santos.

Conmemoración en el Templo de San Roque

Entre esas representaciones, la más concurrida fue la del templo de Cata donde se escenificó el Viacrucis viviente que convocó a alrededor de 8 mil fieles, los cuales presenciaron la  pasión y muerte de Cristo en un peregrinar que iba de la Parroquia de Cata al templo  de San Clemente.

En este sentido, Cristian Ortiz Muñiz, director de Policía Vial y Transporte de la capital, señaló que en la zona de Marfil, en la Parroquia de San José y Santiago,  se estimó  una afluencia de 5 mil guanajuatenses a lo largo del día, en San Sebastián  alrededor de 3 mil,  mientras que en el templo de la Compañía también la concurrencia se acercó a las 7 mil personas  de manera intermitente.

Sobre este tema, el seminarista Elías Cordero Ramos explicó que en el Centro Histórico la escenificación se desarrolló principalmente en el templo de la Compañía, donde empezó con la sentencia  de Cristo y posteriormente las Tres Caídas; el encuentro con su madre y el viacrucis.

Al entrar en detalles, Cordero Ramos explicó que el altar o “andas”, como se les llama, el cual es levantado por las  hermandades de cargadores y cargadoras, pesa más de una tonelada. “Más o menos  son 50 cargadores los que están en las andas del Señor y las otras son más chicas y ligeras porque las cargan las mujeres; hacen 6 cambios de cargadores  en igual número de paradas; mientras que las mujeres cargan las imágenes todo el día”, señaló.

El entrevistado indicó que son alrededor de 500 cargadores y 400 cargadoras; cada uno de ellos están vestidos con el silicio, que es una especie ayate  de mecate, que les cubre todo el cuerpo y el rostro está cubierto por otra tela que se llama capirote.

“Se cubren el rostro porque hay ocasiones que hacen muecas de dolor muy impresionantes sobre todo para los niños”, señaló.