Candil de la Calle

Lo que nunca te dicen

Compartir

Levántate, ponte de pie por tus derechos.

Bob Marley

“Es un hito”, me dijo una amiga activista de derechos humanos.

Juicio de Lucero Salcedo (Foto: Archivo)

“Inédito”, me comentó un colega periodista.

“No son las formas”, pensábamos algunas, al tanto de que la forma es fondo.

Fuerte, enérgica, así se lee, así suenan las palabras del documento en el cual la Comisión Nacional de los Derechos Humanos asentó su revisión de la queja que levantó inicialmente la Procuraduría Estatal de los Derechos Humanos y fue ratificada por María de la Luz Salcedo Palacios (“Lucero”) después del desempeño de distintas autoridades, servidores públicos, al atenderla tras el ataque sufrido a manos de Miguel Ángel Jasso Manríquez en septiembre pasado, en un paraje de la carretera a Dolores Hidalgo.

Policías municipales, personal de la Procuraduría de Justicia, del Hospital General de Guanajuato, son señalados en la resolución que la CNDH se tardó por lo  menos cuatro meses en emitir, una vez que la atrajo “dada la relevancia del caso”, en noviembre del 2014.

Diversas acciones tendrán que derivar de los señalamientos de la CNDH, que concluyó que hubo violación a los derechos, entre éstos los de acceso a la justicia, seguridad, trato digno y otros en su calidad de víctima de un delito. Protocolos de género efectivamente vigentes y aplicados, capacitación al personal, y el etcétera siempre esperado en estos casos.

Una disculpa pública que, aunque la recomendación va dirigida al gobernador del estado, correspondió asumir al Procurador de Justicia y al Secretario de Salud del estado.

Una disculpa que, así lo dijo María de la Luz, no hubiera tenido que darse si todo hubiera sido distinto, si se le hubiera visto con otra mirada, “si hubieran hecho su trabajo”.

Una disculpa que en otras circunstancias, que en otros tantos casos, que en otro tiempo, era impensable de escuchar. “Eso es algo que nunca te dicen”, me comentó otra joven que vive su propio infierno.

Independientemente de las prisas con las que se condujo a María de la Luz Salcedo para que recibiera la disculpa pública —antes de que tuviera en sus manos el contenido de la recomendación— hay algo que debe saberse: este paso ciudadano para ser atendido en un reclamo hacia la autoridad, a través de una instancia como la CNDH en este caso, procede.

Se puede.

Una víctima puede luchar, y puede conseguir del Estado un reconocimiento del error, de las fallas, de las omisiones.

Puede alzar la voz con la contundencia suficiente como para obtener una corrección, un mecanismo que ponga fin a esos errores, esas fallas, esas omisiones.

Puede encontrar en la solidaridad social tanta cohesión como para reflejar en otros miles esa misma molestias, esa misma indignación, ese mismo dolor por los errores, las fallas, las omisiones.

Y que algo cambie.

Los alcances se verán al tiempo.

Se debe.