Yunuen Alvarado Rodríguez
3 de septiembre de 2010
La época conocida como Renacimiento se concibe entre los siglos XV y XVI en Europa Occidental. Se caracterizó por el amplio y notable movimiento filosófico y cultural cuyo objetivo era revalorizar al hombre que en la Edad Media había sido reducido.
Este movimiento es lo que actualmente se conoce como humanismo, mismo que hizo posible una nueva cosmovisión que trajo resultados muy productivos para el arte, la filosofía, la ciencia y la literatura.
El término Renacimiento se acuña porque sus principales iniciadores eran de la idea de retomar los estilos y formas de las culturas antiguas, griega y romana. Se adoptan entonces sus técnicas de pintura, arquitectura, escultura, poesía, y además se mantiene como base recrear el mismo canon de belleza y estética.
Pero más allá de las formas que se utilizaron para abordar los medios de expresión artística, la revolución de pensamiento es una de las cosas más destacables y fructíferas del Renacimiento.
Bajo la ignorancia y severas restricciones que el arte, el pensamiento y el conocimiento vivían en la Edad Media, el espíritu renacentista por el contrario marca una abismal diferencia. Las reacciones diversas de los intelectuales de la época dieron al pueblo la posibilidad de forjar un criterio gracias a la difusión de textos por la invención de la imprenta. Esta situación hizo posible que más personas tuvieran acceso a la posibilidad de aprender a leer y escribir.
La difusión de textos que primeramente se hizo en latín, pronto logró romper esa barrera y consiguió la traducción y escritura en lenguas vernáculas. Por esta razón el carácter elitista y sobre todo religioso del conocimiento, la información y la reflexión, fue disminuyendo cada vez más.
Uno de los intelectuales más importantes entre quienes hicieron posible los alcances de este periodo fue Erasmo de Rotterdam. Humanista, filósofo, teólogo y filólogo holandés quien después de ser ordenado sacerdote en 1490, estudió en la Universidad de París, donde comenzaría su formación como libre pensador.
Su pensamiento destaca por el simple hecho de cuestionar a las instituciones, sobre todo a la alta sociedad y a la iglesia de su época. Su manera de ser, inquieta y curiosa, lo convirtió y señaló como un “rebelde” de la iglesia, pues no apoyaba los dogmas que ésta imponía. Creía que eran un impedimento para el libre pensamiento así como la disciplina excesiva que se imponía en las instituciones educativas.
Como reacción a esto, Erasmo comenzó a estudiar y analizar textos de las culturas griega y romana, con la finalidad de encontrar en ellos un apoyo para plantar una solución ante la situación en la que la sociedad se encontraba.
Actualizando los métodos de enseñanza de los textos más importantes de griegos y romanos, la intención de Erasmo de Rotterdam era crear una nueva doctrina, flexible y con un lenguaje que todo el mundo, y no sólo los instruidos, fuera capaz de entender.
Erasmo vivió en Italia la mayor parte del tiempo, su trabajo constante en una imprenta le posibilitó el contacto con escritores intelectuales que simpatizaban con sus ideas; su pensamiento se extendió rápidamente pero eso no sólo le trajo simpatizantes sino muchos opositores, por lo que tuvo que cambiar su lugar de residencia a Suiza.
La crítica de Erasmo de Rotterdam contra la Iglesia le forzó a expresar públicamente ante los altos jerarcas a qué se debía su inconformidad. Ésta se basaba en los comportamientos ventajosos que Erasmo veía con la venta de indulgencias y otro tipo de favores religiosos que los obispos otorgaban a los ricos a cambio de bienes materiales.
Su fe en Dios nunca estuvo en cuestión y tuvo cómo defenderse mediante los trabajos que hizo sobre la Biblia, mismos que lo hicieron objeto de admiración entre los católicos y los protestantes, aunque él se distinguió siempre por mantenerse neutral y no tomar partido por ninguna de las dos iglesias, pues estaba en contra de su administración.
Fue en la ciudad suiza de Basilea donde comenzó sus trabajos como escritor, después de llegar ahí por las persecuciones a las que se vio sometido, profundizó sus estudios sobre la lengua latina, pues creía que por su claridad y contundencia, le permitiría expresar sus ideas de la manera más adecuada. Después de estos estudios comenzó a escribir su obra filosófica y literaria.
A propósito de ésta, es muy importante mencionar una muy trascendente, reflexiva e irónica pieza que hoy en día es una de las más importantes de la literatura occidental: Elogio de la locura.
El Elogio de la locura es considerado por la crítica como la síntesis de la filosofía erasmista pues con un estilo sarcástico y humorístico que se asemeja al de Luciano de Samosata logra construir una pensada crítica contra la iglesia y sociedad.
“La obra fue vista –y así es– como una provocación y un escándalo para los hombres de su tiempo. Era un ataque frontal basado en la ironía, en la risa, la crítica y el sarcasmo a la sociedad y a la iglesia de su tiempo. Representaba un nuevo estilo y un nuevo modo de penetración de las ideas” (Rodríguez, Santidrián, Pedro, 2005, p. 16).
Erasmo presenta a la locura como a la diosa hija de Plutón, vestida con piel de león y nacida en las islas afortunadas, presenta como sus aliados al narcisismo, al olvido, la irreflexión, la intemperancia y al sueño profundo. “Permitidme que con la ayuda de las musas, os dé a conocer mi genealogía, ya que no son muchos los que la conocen. No tuve por padre al Caos, al Orco, a Saturno ni a Júpiter, ni a esa turba anticuada y obsoleta de dioses. Mi padre fue el mismo Plutón en persona, verdadero padre de los dioses y de los hombres mal que les pese a Hesiodo y a Homero e incluso al mismo Júpiter” (Erasmo de Rotterdam, p. 42).
El desarrollo de la obra es a través de un ensayo en tono serio mediante el cual la locura expresa su orgullo ante las prácticas corruptas, ridículas e irracionales de la sociedad; luego ella se convierte en el medio de felicidad del pueblo, de no imperar entre la multitud, de ser la razón la que lo hiciese la sociedad no podría permitirse hacer lo que hace, no podría permitir la guerra, la ignorancia, la hipocresía, la corrupción, etc.
“Es increíble la risa, el divertimento y bromas que estos hombres proporcionan a los dioses. […] Este espectáculo les encanta. ¡Cielos!, ¿puede haber mayor farsa y más variada turbamulta de necios? Pues yo misma me siento entre el coro de dioses de los poetas. […] Veo cómo ese hombre se pierde por una mujercilla que cuanto más es amada más desdén le ofrece. Este se casa con una dote, no con una mujer. Aquel prostituye a su propia esposa. Otro acecha más celoso que Argos. ¿No veis las cosas que hace y dice éste en el duelo? Se diría que es un maestro de Histriones en el papel de duelo” (Erasmo de Rotterdam, p. 98).
Luego la locura expresa de forma muy positiva toda la negatividad que Erasmo veía en su sociedad; por lo tanto el doble sentido que lleva implícito es una crítica que puede ser percibida sólo con perspicacia y audacia. Además, entre estos actos irracionales que la locura alaba se encuentran también las supersticiones, los actos de supuesta “piedad” de los frailes al indultar pecados a cambio de bienes o favores, así como la pedantería incluso de los intelectuales. “Sería estúpida yo misma, y merecedora de grandes carcajadas por parte de Demócrito, si ahora me detuviera a examinar todas las formas de insensatez y de locura del pueblo. Me limitaré a esa clase de mortales que aparentan ser sabios, y que según se dice van en busca de los laureles, ramo dorado” (Erasmo de Rotterdam, p. 101).
Luego de toda esa crítica de los aspectos que fortalecen a la locura o estulticia, el ensayo termina con una exposición de los verdaderos ideales cristianos, criticando los excesos a los que son capaces de llegar los católicos por librar la culpa. “Finalmente no hay locos más rematados que aquellos que están poseídos por el ardor de la piedad: entregan lo que tienen, olvidan las injurias, se dejan engañar, no distinguen entre amigos y enemigos, aborrecen los placeres, abundan en ayunos, vigilias, lágrimas sufrimientos y desprecios; desprecian la vida y sólo ansían la muerte” (Erasmo de Rotterdam, p. 145).
En conclusión, Elogio de la locura representó una valiosa enseñanza para la época renacentista y aunque fue muy criticada, fue también leída en toda Europa y traducida del latín al italiano y alemán muy pocos años después de su publicación; también representó una valiosa herramienta en las clases de retórica de las universidades, pues su construcción demuestra muy claramente el estilo griego de los llamados Sofistas, quienes con una buena estructura en su discurso eran capaces de convencer a quien fuera sobre lo que fuera.
Bibliografía
De Rotterdam, Erasmo, Elogio de la locura, Alianza, Madrid, 2005
http://www.laprovincia.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2009071200_2_243741__Articulos-ELOGIO-LOCURA
http://innovacion7x24.com/blog/2010/04/27/elogio-de-la-locura/
http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=650