El Laberinto

Esos trabajos indeseables

Compartir

Periódicamente veo fabulosos listados donde doran la píldora a los jóvenes incautos y a los ambiciosos padres de estos para mostrarles “la profesión mejor pagada” y a su vez renegar de aquellas “peor pagadas” o “sin campo de trabajo”. En nuestra cultura nacional el que alguien se dedique los 19 años que se requieren estudiar desde la primaria hasta la universidad supone que debe ganar millones y  tener la vida resuelta. Entre la lista de cosas tristes en este mundo, junto con amar sin ser amado, hay un puesto especial para las personas que estudian una carrera por el dinero, pues este no lo tienen asegurado pero la frustración por hacer algo que no les gusta sí.

Paseándome por los sitios de internet que ofrecen trabajos y respondiendo algunas ofertas, resulta extravagante pensar que la sub calificación o la incompetencia es un requisito para aquellos empleos que se suponen efímeros tal vez para justificar el mal pago y evitar el ascenso y que la experiencia, títulos y recomendaciones son algo indispensable para aquellos que se llaman fijos y que ofrecen un mínimo de derechos laborales (que deberíamos tener todos).

Ya no hablemos mejor de aquella disponibilidad de horario que deja fuera a los estudiantes o a las personas que desean hacer otras cosas con su tiempo o que tiene hobbies u ocupaciones o de aquellos empleos que buscan cubrir a cambio de un sueldo el trabajo de dos o tres personas.

Tenemos un serio problema cuando pensamos que los jóvenes reciben una mínima orientación vocacional y escogen entre tres carreras que medio conocen de oídas u optan por la carrera aquella que “estudio su tío al que le va tan bien”, algo no funciona cuando escuchas el clásico “te vas a morir de hambre” o el “mejor deberías hacer algo de provecho”, algo choca al pensar que las artes y las humanidades son para vagos hasta que demuestren lo contario, es decir hasta que se hagan ricos o famosos, si esto sucede.

En un mundo donde la vida digna y los mínimos de subsistencia son mercancías sujetas a la oferta y la demanda y donde vemos con indignación a los empleados sindicalizados que ganan bien y tienen beneficios por cambiar cables, pedir que cualquier puesto de trabajo ofrezca lo que necesita quien lo lleva a cabo para no tener que hacer nada mas por sobrevivir suena a utopía socialista y está mal visto.

Hemos cargado e identificado como motor de ascenso personal y de progreso colectivo a la educación, que aunque sí es necesaria no es una panacea para nuestros problemas sociales, cuando tengamos millones de profesionistas desempleados o mal aprovechados tal vez nos demos cuenta de que la cosa no iba por ahí.