El Laberinto

¿Racismo? ¿Dónde?

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(Foto: Especial)

A partir de dos hechos nacidos del mundo del deporte se jalaron los reflectores a una realidad que aunque no siempre ocupa las ocho columnas existe y sigue dándole dolores de cabeza a muchas personas: el racismo, y su inseparable pareja, la discriminación.

El primero de los hechos son las grabaciones donde Donald Sterling despotrica, por celos amorosos, contra los negros pareciendo más el dueño de una finca algodonera que de un equipo de básquetbol profesional pues se enriquece a costa de personas a las que desprecia y considera inferiores, haciendo que Martin Luther King se retuerza en su tumba y Barack Obama en su despacho.

Peor aún es que en la misma semana al otro lado del océano un fanático del Villareal le haya lanzado un plátano a un jugador brasileño, revelando así que aquel odio que hizo, hace ya varios ayeres, que a Hugo Sánchez le gritaran indio en los estadios no ha desaparecido del todo. Si estas cosas les pasan a figuras públicas ¿Qué trato podemos esperar los simples mortales?

El racismo nace de la atribución de características a cualquier conjunto de personas por el solo hecho de ser de determinado color, religión u origen, en un mundo donde en teoría hay lugar para todos y donde el contacto y la diferencia son el pan de cada día y donde decir “negro” o “indio” está mal visto; parece que la tolerancia solo llega hasta donde el otro comienza a incomodar, incluso de las maneras más superficiales como son tomarse fotos con tu novia, en el caso de Sterling, o metiéndole goles a tu equipo como le pasó al fanático del Villareal.

Y si creíamos estar libres de problemas por no presentar racismo como forma de auto afirmación, el asunto se vuelve aun más complicado, pues las características físicas a las que se ligan la belleza o la superioridad en México no son las de la mayoría por lo que nuestra discriminación nace de la negación, es decir de no parecer lo que se es, como ejemplo están los clásicos “mi nieto está bonito, nació güerito”, el “hay que mejorar la raza”, el “tienes bonito tipo” o el despectivo “pareces indio”, en México parecer mexicano está mal visto y nuestro racismo es autogol.

Si en Estados Unidos, en España y en muchas partes más tienen que aprender a aceptar a los demás, nuestra tarea tampoco es sencilla pues conlleva aprender a aceptarnos a nosotros mismos.