El Laberinto

“Los guapos”

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(Foto: Especial)

Últimamente se ha vuelto muy popular un delincuente norteamericano, cuyas partidarias están colectando dinero para pagar su multa. El motivo del revuelo que ha causado no es porque se esté cometiendo una injusticia con él o porque su caso sea particularmente triste o desesperado, él simplemente es (según los parámetros occidentales de belleza) muy guapo.

Este “Adonis” se vio mucho menos hábil que el creado por Guy de Maupassant en 1885 y que protagoniza la novela Bel ami, el cual logra una excelente posición económica y social utilizando únicamente su astucia y belleza sin poseer en realidad ningún mérito más. Esta situación la vemos en todos lados todos los días, el candidato aquel por el que votaron tan solo por su copete, los populares futbolistas que opacan a otros más talentosos por cómo los persiguen las féminas, los actores incapaces de articular dos frases seguidas con mediana credibilidad pero que decoran deliciosamente las pantallas y cantantes de plástico que agotan entradas. Y es que lo cierto es que si ser guapo no es pecado, el pecado lo cometemos todos nosotros al encumbrar personas por la característica equivocada.

Santo Tomás de Aquino decía que la belleza es aquello que agrada a la vista y que lo agradable o placentero era una de las divisiones de la bondad. Para nuestro santo filósofo lo bello además era bueno y lo feo malo, aunque suene cruel en principio, lo cierto es que estamos echando a perder a la mitad bonita de la población al no exigirles nada y al resto al crearles resentimiento por el trato especial que reciben los primeros.

Este trato preferencial ha desembocado en la creencia generalizada de que la belleza no deja cabida a otras cualidades; así nos encontramos con gente sorprendida de que además de guapo alguien sea inteligente o simpático o talentoso. Ante el éxito de este tipo de personas siempre queda la sombra de duda de si no lo habrá logrado “por su linda cara”.

Ni tanto que queme al santo (no al de Aquino) ni tanto que no lo alumbre: debemos buscar la forma como sociedad de poder ver más allá de cómo nos fue en la lotería genética que nos dio forma y aprender a darles a las personas su justo valor… Y, guapos: no abusen que todo por servir se acaba.