El Laberinto

Justo a tiempo

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(Foto: Especial)
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Leí hace poco en un artículo de curiosidades, de dudosa procedencia por cierto,  que si nuestros padres hubiesen comenzado la relación de la que somos fruto cinco segundos antes o cinco segundos después, no estaríamos aquí en este momento. No sé si sea verdad  o no el dato pero me hizo pensar qué tan merced estamos del tiempo y el espacio correcto.

Solemos preocuparnos mucho por las decisiones grandes, aquellas que tendrán un gran impacto en un futuro y son estas  en las que pensamos, a profundidad, como qué escuela elegir, dónde vivir o con quién casarnos, pero rara vez pensamos en la influencia que tendrá  en nuestra vida  la hora en que salimos de casa un día, la ropa que decidimos ponernos, el lugar donde alcanzamos a sentarnos, las reuniones a las que asistimos o esa llamada al celular que perdimos.

Y resulta que estas pequeñas cosas son las que desvían el curso planeado y que acumulándose terminan por volverse parte de las grandes, mi vocación se decidió cuando leí un libro por puro aburrimiento, conocí a mi primer amigo en la preparatoria por ponerme la playera de un grupo que nos gustaba a ambos y comencé a escribir esta columna porque me quede sin fiesta un día de muertos y comencé a escribirle calaveras a mis familiares y conocidos.

La vida es realmente compleja y las posibilidades son infinitas, las películas y cuentos sobre viajar en el tiempo nos permiten imaginar cómo se movería todo si se nos ocurriera cambiar un solo aspecto, por mínimo que este sea, y creo que esto, a pesar de ser ligeramente intimidador le da sabor y un toque de misterio a cada día, es realmente interesante pensar que finalmente cinco segundos tarde o temprano si terminan haciendo la diferencia de donde estamos en este momento.