El Laberinto

Marearse en un ladrillo

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El poder, es de aquellas cosas abstractas más codiciadas, no por nada es la base del conflicto, la razón para perpetuar la desigualdad y el producto más feo de las asimetrías, así sean en una pareja, en un trabajo o en un país. También suele ser el aguarrás con el que le pelamos la primera capa de pintura a los cretinos, si quieres conocer a alguien tan solo dale un poco de poder.

Dentro de las estructuras tradicionales de las instituciones, del trabajo, de escuela e incluso de familia existen jerarquías que normalmente están destinadas a dar responsables y a hacer que todo funcione.

Pero es fácil abusar de esto cuando no tienes la madurez para ejercer el mando y esto de hecho sucede todo el tiempo, por diversas razones como falta de preparación, poca inteligencia emocional o problemas de autoestima.

Evidentemente también hay quienes toman el poder en los hechos en cualquier tipo de relación, estén estos jerarquizados o no aprovechándose de las debilidades de los otros, como el miembro de la  pareja que dice llevar los pantalones o el subalterno que en los hechos le manda al jefe, pero estos son un caso aparte ya que el solo hecho de que existan ya es un abuso.

Algunos tipos de abuso y las consecuencias que podemos enlistar en este laberinto serían:

-El trato desigual, por ejemplo de un padre con alguno de sus hijos o de un jefe con sus empleados, genera malestar  pues las consecuencias o recompensas a esperar no son equitativas y por lo tanto existirá quien se sienta subestimado y quien se se crea intocable. Rompe los grupos, no importa el tamaño de estos.

-Manejo ventajoso de la información que es importante para todos , ya sea que la libere a cuenta gotas, la manipule o la oculte, marca un ambiente de incertidumbre y anula la capacidad de reacción de los demás.

-Exigencias innecesarias o demostraciones vulgares de poder, exigir cosas que representan un esfuerzo para el otro que en realidad no es necesario para sacar adelante una tarea, relación o proyecto. Llamar a una junta pudiendo mandar un mail, es uno de los mejores ejemplos, aunque aquí también caben los regaños innecesarios o las medidas disciplinarias excesivas . Acaba con los ritmos y aplasta la confianza, deja a las personas sin tiempo para sí mismos o los pone en actitud de «nada vale la pena».

Seguramente todos hemos sido alguna vez víctimas o testigos de aquellas personas que se marean sobre un ladrillo y sabemos lo molesto que es depender de quien se guía por sus tripas revueltas y no por su cabeza fría. Solo nos queda nunca jamás ser sus lacayos y no vender la integridad por el privilegio temporal, por que estos seres tienen los pies de barro y tarde o temprano se van a caer.